El
pasado viernes, el Consejo de Ministros aprobaba el anteproyecto de Ley
Orgánica para la Mejora
de la Calidad
Educativa (LOMCE, también llamada Ley Wert), ley no
justificada por su singularidad pedagógica o por sus aportaciones a la Educación sino por su
ruptura con la Escuela
Pública y, sobre todo, con los principios básicos del Derecho
a la Educación.
La
LOMCE es una ley profundamente ideológica, la más ideológica de la democracia
española. Recordaremos dicha fecha -17 de mayo- como un día de luto nacional
por el fallecimiento de la
Escuela Pública, de todos y para todos (R.I.P. -"Requiescat in pace", descanse en paz).
Los
defensores de los Servicios Públicos y de un sistema educativo de calidad
valoramos como positiva la noticia de la retirada de la ley del Consejo de
Ministros del 10 de mayo (al día siguiente de la Huelga General en Educación y
de las manifestaciones) "por falta de
algunos detalles en la Memoria
económica" que acompaña al anteproyecto. Pensamos que la movilización
social de la
Comunidad Educativa había incidido en la mente del Gobierno
de Mariano Rajoy y le habíamos hecho reflexionar sobre la inoportunidad de la Contrarreforma
educativa que supone la aprobación de la Ley Wert. ¡Sueños! Pero... "Toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son" (Calderón de la Barca).
Este es nuestro consuelo: la LOMCE inicia su camino desde el ocaso; es humo como el
sueño que los neoconservadores del Partido Popular y las ambiciones terrenales
-y no espirituales- de la jerarquía católica (cuan guerreros del
nacionalcatolicismo y que nunca han aceptado la secularización de la sociedad
española) quieren imponer a la sociedad civil como reafirmación y castigo
divino frente a todos aquellos que luchan por una sociedad laica, promotora de la Educación para la
ciudadanía y los derechos humanos.
"Aprobación
de la Ley Wert.
La Iglesia
gana la reforma educativa" Este era el titular y la entradilla que podíamos leer en un
diario de tirada nacional. Dicho artículo se iniciaba con el siguiente texto: "La nota de
Religión volverá a contar para hacer la media y para obtener becas. Es otra victoria de los obispos españoles en
el proyecto de reforma de la enseñanza que hoy ha aprobado el Gobierno y que
concita una fuerte oposición de los más variados sectores, desde la comunidad
educativa (sobre todo en la
Escuela Pública) a casi todo el arco político fuera del PP". ¡Mariano Rajoy y el
ministro Wert desoyen el clamor popular! ¿Qué hay de su promesa de un pacto
social por la Educación?
¡Mentira! Es el Gobierno de la arrogancia y la falsedad de sus palabras.
"De hecho,
los obispos han conseguido con esta reforma (LOMCE) hacer realidad sus
reclamaciones: desaparecerá completamente la materia de Educación para la Ciudadanía, será
obligatorio estudiar la asignatura confesional de Religión o su alternativa
(Valores Culturales y Sociales en Primaria y Valores Éticos en Secundaria) y,
según ha confirmado hoy el ministerio, su nota volverá a contar para todo,
igual que las demás". Volverá a contar para todo, sobre todo será para ir al cielo sin
pasar por el purgatorio (estado en el que se encuentra la inmensa mayoría de
los españoles en este momento: sufrimiento, sin llegar a la extenuación),
aunque dicen que ya no existe.
"Con esta
medida se intenta frenar el hecho de que cada vez menos niños optan por la Religión. Piensan
que puntuando en la media podrán parar la sangría", como opinaba el
presidente de Europa Laica.
Entre el curso escolar 2000-2001 y 2009-2010, se
registró un descenso de más de ocho puntos, según los datos del Ministerio de
Educación. Esto les preocupa, sobre todo, en determinadas comunidades
autónomas, donde la opción de Religión ha descendido a convertirse en una
minoría. El nacionalcatolicismo (seña de identidad ideológica del franquismo),
el no haber pasado una verdadera transición democrática, nos devuelve a épocas
pasadas, a aquellas que no quiere remover la derecha española. ¡Pero llegará,
más tarde o más temprano! Este país y su ciudadanía no pueden ocultar por mucho
más tiempo el sufrimiento al que se le está sometiendo y el reparto de poder de
sus clases dominantes, que desde un enriquecimiento ilícito (preferentes,
subordinadas, desempleo masivo, destrucción de los servicios sociales y
servicios públicos, desahucios...) quieren seguir ganando cada día más.
La Contrarreforma de la Ley Wert (Cruzada de la jerarquía católica)
iniciará su trámite parlamentario en un Congreso con mayoría absoluta del
Partido Popular y sin más apoyos que sus votos (ese es su concepto de
democracia, la imposición de las ideas). Sin embargo, el ministro Wert, con
sotana incorporada, dijo que intentará alcanzar acuerdos, pero que, en
cualquier caso, la van a sacar: "La ley,
hasta que sea abolido Montesquieu de nuevo, es la expresión de la voluntad
popular y esa se expresa a través de los votos de la cámara". No parece
tanto un ministro de Educación, Cultura y Deportes, sino más bien, un animal
cuadrúpedo, de la familia de los "equus
africanus asinus", animal de carga (impuesta por la jerarquía católica), y
como cabalgadura lleva bien puestas las orejeras tapándoles
los lados y mirando sólo al frente, donde observa una zanahoria que es la que
persigue durante toda su vida, sin apartar su pensamiento de ella, sin mirar
los carteles de "STOP a la LOMCE"
que la Comunidad
Educativa enarbola. ¡Qué equivocado está!
Pero quien más se equivoca es quien lleva la
zanahoria, la jerarquía eclesiástica de la iglesia católica, que considera esta
lucha como una batalla que no puede perder. De hecho, ya la ha perdido. Su
intransigencia y su postura dogmática le están pasando factura ya y, en un
breve plazo de tiempo, mucho más.
El Partido Popular va a perder las próximas
elecciones, como las perdió el PSOE, por su soberbia y no querer reconocer la
evidencia. El bipartidismo tiene los días contados en nuestra democracia
quebrada. El Concordato entre el Estado Vaticano y el Estado español está a
punto de espirar porque la ciudadanía sufre una pobreza impuesta, mientras que
la iglesia católica se está llevando, anualmente, cerca de 10.000 millones de
euros de las arcas públicas, más las propiedades que está adquiriendo con las
"inmatriculaciones" (la
Mezquita de Córdoba por 30 ?). La sombra de sus sotanas, como
cuervos en noche de luna llena, se difumina en el amanecer de una nueva
democracia, no tanto representativa como participativa. La soberanía la tiene
el pueblo, las calles y plazas, la voz de los desfavorecidos y desesperados de
este mundo. ¡Democracia real, ya!
Jesús Ortega Murcia
Maestro de Infantil y Primaria
Albacete