Las no ya tan minorías se enfrentan a una
dura tarea a partir de ahora. Dirán que siempre les ha guiado la
responsabilidad, como a cualquier partido de gobierno, pero ahora esa vocación
está más cerca de convertirse en realidad, y como a todos, les tocará responder
y justificar sus decisiones. Lo consiguió Aurelio San Emeterio en el
Ayuntamiento de Toledo, tras la abnegada labor de José Esteban Chozas, concejal
que contaba en las ruedas de prensa los kilómetros que tenía su coche de segunda
mano.
Ya lo sé, corría el año 2007, ya ha
llovido. Pero en aquel año, se produjeron muchos cambios. Emiliano García-Page
se hacía con la Alcaldía de Toledo, tras la larga época en la que José Manuel
Molina estuvo al frente de la institución, responsabilidad política que no
parece quiera volver a desempeñar -ni esa, ni otra de la primera línea-. Pero
en aquellas elecciones se produjo otra novedad, Izquierda Unida conseguía estar
en el Gobierno local con dos concejalías, una de ellas poderosa.
Aquello fue sólo un indicador del cambio
en la mentalidad de la ciudadanía, que aún estaba por eclosionar. Cuatro años
más tarde el líder socialista volvía a ganar las elecciones locales en Toledo,
con un concejal más -12. Un islote rodeado por el empuje que consiguió el
Partido Popular en Castilla-La Mancha en mayo de 2011. "Rodeados por un río y
con fuertes corrientes" decía un alto cargo. Así describía la situación del
ayuntamiento de Toledo frente al poderío popular en la Comunidad. Pero debajo
de esas corrientes seguía aguantando una flora fluvial que poco a poco se iba
haciendo fuerte, aunque su responsabilidad también aumentaba.
Desde que Cayo Lara, coordinador regional
de Izquierda Unida en Castilla-La Mancha, se fuera a predicar su doctrina a
Madrid, esta formación ha seguido creciendo en confianza y en adeptos. Es
verdad que su sucesor en la región, Daniel Martínez, no inspiraba excesiva confianza.
Falta de carácter decían. Pero ha demostrado ser un hombre de resistencia, de
los de carreras de fondo.
Ahora tienen nueva Ejecutiva, con la que
se postulan como "alternativa política". Siempre lo han hecho, pero ahora ese
sueño se puede convertir en una realidad según las encuestas, barómetros,
termómetros, consultas, estadísticas, índices, opiniones y demás estudios que
se están elaborando. Y eso es lo bueno. Lo malo: que la expectativa es
proporcional a la decepción en caso de no estar a la altura.
A Daniel Martínez se le está abriendo un
hueco en la política regional, que podría incluso hacerle entrar en las Cortes regionales.
Pero ese hueco está alimentado por el descontento y la indignación de la
ciudadanía. Una dieta demasiado calórica para el estómago institucional
autonómico. Martínez deberá, si llega el caso, estar entrenado para apaciguar el
empuje de su electorado y mantener el tono conciliador con las mayorías, que
aún lo son.
Javier
D. Bazaga
Periodista
http://javierdbazaga.wordpress.com/