El Presidente Perpetrado
dice estar muy satisfecho (sic) del trabajo de sus ministros. La EPA dice que hay
6,2 millones de parados, 2 millones de familias sin ingresos, que la generación
mejor y más preparada de la historia no puede trabajar.
Ese conformismo
mediocre de
Rajoy se expande entre todos como un cáncer: esta misma semana
he recibido una comunicación en la que alguien me afea ser crítico con los
escritores mediocres.
El libro de
matemáticas que en mi etapa se estudiaba a los doce años ahora se estudia a los
catorce para obtener mejores resultados en las mediciones: en vez de enseñar
más y mejor a nuestros chicos,
Wert les baja el listón de exigencia para
que haya más que lo superen. Es como si para correr los mil metros lisos los
españoles midiéramos los tiempos de 800.
El esfuerzo es un
puntal necesario del sistema. El esfuerzo hace que los mejores asciendan por
méritos propios, la pereza del mediocre provoca subir por bajar a los demás
pero es un espejismo.
Los mediocres que
mandan están haciéndonos descreer de la importancia de la exigencia. Citius, altius,
fortius no es solo un latinajo a repetir cada cuatro años con el fin de la
Olimpiada y el inicio de los Juegos. Citius, altius, fortius es la esencia del
esfuerzo, del trabajo continuo del que el presidente y su gobierno huyen escaldados
y de lo que se sienten orgullosos (sic) porque les basta con vegetar: tiran la
toalla, entierran el talento que en forma de mandato electoral les otorgamos al
elegirles.
La chapuza y la
mediocridad parecen nuestra condición como sociedad y debemos desprendernos de
ambas. Hace algunos años Cataluña lanzó una campaña cuyo leit motiv fue "la
feina mal feta no te futur; la feina ben feta no te fronteras" (El trabajo mal
hecho no tiene futuro, el trabajo bien hecho no tiene fronteras). Tal es el único
camino y muchos conciudadanos nos muestran
en esta España de dolor que somos más capaces que nadie: lee a Bruno Traben-Mitbe en
Good news are no news.
Tenemos que
reencontrarnos con el valor del esfuerzo, del repaso, del boceto y del borrador.
En oriente invierten mucho esfuerzo en aprender a servir el té o a escribir con
pincel o a dar patadas contra un saco: la práctica hace al maestro, todos lo
sabemos.
¿Cómo se puede
publicar 288 libros cada día en España, 12 por hora, uno cada cinco minutos?
¿Cuánta basura, cuánta bazofia se esconde entre ellos? ¿Cómo puede nadie
considerar a la insensata de Borja restauradora o artista solo porque en su desbarro
tomó la paleta y los pinceles y acabó siendo el hazmerreír del planeta? ¿Cómo
puede haber periodistas que cometan faltas de ortografía o titulares con tanto
solecismo por anfibología que lo mismo significan una cosa que su contraria?
Esta maldad ensalzada empaña y diluye los logros de quienes verdaderamente los
consiguen y son legión en un país de genio y emprendeduría.
Los ejemplos se
reproducen por doquier: uno que contesta la línea de emergencias del Samur pone
en duda las denuncias que le hacen y hunde la reputación de una institución
excelente; a muchos actores españoles no se les entiende pero tenemos los
mejores actores de doblaje del mundo. Algunos policías infringen la ley para
hacer fotos con su rádar y otros circulan sin cinturón y zascandileando delante
de una webcam dejando mal a todo el cuerpo. La mayoría de políticos no
contestan preguntas y la excepción se vuelve norma hasta el punto de que si
hubiera políticos decentes ya no los distinguimos.
Hoy Europa da dos años
de moratoria a Francia y España para la reducción del déficit. Francia
utilizará el extra para proseguir con sus planes de crecimiento y estímulo
empresarial. En España saldrá
Floriano a vociferar cualquier majadería que
justifique la inacción de un gobierno de medianías. Hoy recuerdo aquella frase
del presidente
Barlett en El Ala Oeste para referirse a su oponente: "Un
hombre con una mente calibre 22 en un mundo magnum 358." Ese es Rajoy y España
está siguiendo ese pésimo ejemplo. Sacudámonos ya al perezoso y la ponzoña que nos
está inoculando haciéndonos creer incapaces e impotentes cuando no lo somos.
@manuelpascua