lunes 29 de abril de 2013, 10:12h
Los episodios
económicos que transformaron la España contemporánea parten del llamado Plan de
Estabilización de 1.959 que venció una crisis inflacionista y un déficit
externo que era preciso corregir para moverse en la economía internacional que
venía desarrollándose en los años cincuenta, a partir de la reconstrucción de
una Europa que había sido arrasada por la Guerra Mundial, concluida en 1.945
pero prolongada por las exigencias de la llamada "Guerra Fría". España llevaba
a cuestas su propia depresión, procedente de la II República que tuvo la mala
suerte de nacer simultanea a una crisis internacional, tras el "chras" bursátil
de Nueva York en 1.929 que marcó la crisis de los años treinta. El sectarismo
ideológico de los políticos republicanos, la pérdida de confianza de los
inversores por la inestabilidad y el ambiente social conflictivo, fueron caldo
de cultivo para la crispación que desembocaría en una guerra civil. Esta
tragedia convirtió la crisis en catástrofe con las destrucciones que, en la
zona republicana, acabaron, además, con todo espíritu empresarial o comercial y
con toda sombra de administración ordenada, de seguridad jurídica y la
pulverización de toda política monetaria. Terminada la contienda, el ímprobo
esfuerzo reconstructivo se vería rodeado por un escenario de guerra
internacional que afectaría en grado máximo a Europa. La situación obligaría a
recurrir a una autarquía precaria, como las demás naciones próximas, unas por
su propensión a sistemas
intervencionistas, fuesen soviéticos, nacional socialistas o fascistas y otras
por ser vecinas, invadidas o condicionadas por las potencias beligerantes. Con
los mares circundantes peligrosos y controlados, la supervivencia de países de
condición marítima, como el nuestro, fue un autentico milagro. Por ello, la
integración en el entorno económico de postguerra fue difícil y tardía pero,
con el citado Plan de Estabilización de 1.959 se produciría la ruptura con la
residual autarquía y sus sistemas monopolísticos y se iniciaría un progreso en
los niveles de consumo y en la expansión de la clase media.
El siguiente
episodio transformador sería el Tratado Preferencial con la Comunidad Europea
de 1.970, articulado por el ministro Ullastres, que consiguió enlazar la ya
emergente economía española con el mercado europeo, a pesar de las dificultades
políticas que aún subsistían. Ya con una España consolidada como potencia
económica estimable, se produciría el ingreso en la Comunidad Europea en 1.986
y después, en 1.998 la integración en el sistema monetario del Euro, con una
soberanía económica autolimitada y la reforma fiscal consecuente. No se podía
pronosticar en aquel tiempo que, en la segunda década del siglo XXI, una crisis
global pondría en cuestión todo lo logrado por el esfuerzo continuado de varias
generaciones en paz, sin precedentes en la vieja historia de España. Mucho
menos que, en nuestro interior, se cometerían errores y estallarían burbujas
inmobiliarias y financieras que agravarían la crisis. Pero la realidad fue como
fue y España, una vez más, debe realizar cambios precisos para no interrumpir
su marcha ascendente ni recaer en los errores de los años treinta. No se debe
volver a ninguna tentación aislacionista ni a ningún intervencionismo
coyuntural. La crisis es profunda y sus consecuencias son que millones de
familias han perdido ingresos y patrimonio y millones de personas han perdido
su empleo. Estamos sumergidos en la primera depresión del siglo XXI y es
necesario salir de este bache solidariamente con nuestros socios europeos. Las
circunstancias han afectado a un Estado endeudado en exceso en las ventanillas
del prestamismo internacional. No tenemos el antiguo recurso a las
devaluaciones monetarias y las cuentas públicas están ya demasiado recortadas.
Pero es momento de reformas severas, de fortalecimiento de la unidad de
mercado, de estabilidad constitucional y de rechazo a los extremismos políticos
que puedan agravar una situación difícil y no exenta de tensiones, como le
sucedió a los improvisados políticos de la II República.
Ex diputado y ex senador
Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (1)
20655 | DHCT - 29/04/2013 @ 15:30:04 (GMT+1)
Señor Elorriaga, estoy en desacuerdo con usted. La UE únicamente está beneficiando al gran capital, y lo está haciendo mediante medidas neoliberales que perjudican a la inmensa mayoría de la población. Asimismo, ha demostrado que nos lleva a una situación cada vez menos democrática. Asimismo, los extremismos deben ser tratados como las demás ideologías o esto será mucho más dictatorial de lo que ya es, y de hecho yo que usted tendría en cuenta que el capitalismo ya no es viable a medio plazo y, por tanto, esas nuevas ideas son más necesarias que nunca.
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