Sólo pedimos sensatez y valor
viernes 26 de abril de 2013, 17:08h
Pues todo parece
indicar que ni cayó el Gobierno, ni se disolvieron las Costes ni la Jefatura
del Estado, ni se abrió un periodo constituyente. No sólo pasó el día 25 sin
que ocurriera apenas nada sino que el 26 el Ejecutivo anunciaba más y más
recortes en su afán de reducir el déficit. Decir que las dos cosas fue un
choque de utopías, resultaría a todas luces exagerado, pero, la verdad, dan
ganas.
Lo que montó el
movimiento "En pie" era desde el principio un anunciado fracaso y no por los
absurdos objetivos que se marcaron -lo antes citados- sino más bien por la
forma misma en que se organizó. No había más que entrar en su página web para
darse cuenta de que todo aquello era el sueño de una noche de primavera pero
con ribetes que asustaban a los muchísimos de verdad indignados que se hubieran
sumado a la protesta si se llega a plantear de otra forma. Lo de la guerrilla
urbana no funciona entre la inmensa mayoría y estoy seguro de que una
manifestación verdaderamente pacifica exigiendo la unidad de los partidos para
hacer frente a la crisis y unas reformas no obsesionadas con los recortes, sí
hubiera convocado a los miles de ciudadanos hartos de todo esto pero sin
ninguna vocación de salir de casa con sprays de nata montada para rociar las
viseras de los policías o con los bolsillos llenos de piedras para lanzarlos en
la "Fase 1" o en la "Fase 2". Y esa es la responsabilidad no sólo de quienes
organizan estas movidas sino también de aquellos que las financian, alientan o
justifican: distorsionan y laminan la posibilidad real de una respuesta seria y
mayoritaria ante un panorama social verdaderamente desolador.
Porque debe
quedar claro que España está viviendo un autentico drama y que las previsiones
del Gobierno no son en absoluto tranquilizadoras. Si la realidad de más de seis
millones de parados es ya una tragedia, los pronósticos que hacen los
responsables del Ejecutivo son para
echarse a llorar: aumento del paro, subida de impuestos, sacrificios y más
sacrificios para el ciudadano y todo tan sólo para acercarse al déficit que se
nos pide.
Y frente a esta
realidad lo que la gente ve es que ni el Gobierno central ni mucho menos los
autonómicos están cumpliendo -hay
excepciones- con el trato. Aquí se carga contra el ciudadano pero nadie tiene
lo que hay que tener para cortar en seco el gasto público, cortar de raíz las
fiscalidades desiguales de las autonomías, terminar con el abuso de gasto superfluo
mientras se cierran hospitales y se abren embajadas; porque todo eso lo pagamos
nosotros y cada vez más caro. Ha dicho Rubalcaba que el lunes iba a ofrecer una
alternativa a este ahogo de política de recortes del PP. Habrá que oírle aunque
el pasado no le avale y habrá que estudiar esas ideas aunque el PP tenga
mayoría absoluta. Lo que no puede ser es empecinarse en seguir adelante con
unas medidas que ya se ve que no funcionan como se esperaba. Vale que no se
descuide el control del déficit, pero es posible introducir variables sin
abandonar esa senda. Lo que pedimos la inmensa mayoría es un poco sensatez y un
poco de valor para hacerlo o ponerse de acuerdo de una puñetera vez, Gobierno y
oposición en una situación tan absolutamente crítica como esta. Solo pedimos
eso. Y seriedad.