Aguayo, en el ojo del huracán
jueves 25 de abril de 2013, 08:13h
Si
alguien me pidiera que definiera en pocas palabras a la consejera de Hacienda y
Administración Pública de la Junta de Andalucía, Carmen Martínez Aguayo,
yo la calificaria, con todos mis respetos, como una marioneta en manos de Pepe
Griñán. Toda su carrera política, desde mediados de los años noventa del
pasado siglo, la ha hecho a la sombra del actual presidente de la Junta. De
hecho, la conoció cuando Griñán fue nombrado ministro, primero de Salud y
Consumo y posteriormente de Trabajo, por Felipe González, entre los años
1992 y 1996. En esa época, Carmen Martínez Aguayo, fue directora general
del Insalud y posteriormente, con el regreso de Griñán a Sevilla, abandonó
Madrid para trasladarse a Andalucía donde aterrizó como directora gerente del
Servicio Andaluz de Salud en 1996. Cuando Griñán fue nombrado por su antecesor,
Manuel Chaves, consejero de Economía, Martínez Aguayo pasó como
viceconsejera de dicha Consejería, puesto que ocupó hasta que su jefe se hizo
cargo de la Presidencia de la Junta, heredada de Chaves. Licenciada en Medicina
y Cirujía y especializada en Puericultura y Medicina Familar y Comunitaria,
apenas si ha ejercido su profesión ya que se ha dedicado más a la gestión
política. Tras las elecciones del pasado año y la consecución por el PSOE del
Gobierno de la Junta gracias al apoyo de IULV-CA, Carmen Martínez Aguayo,
fue reafirmada por su padrino Pepe Griñán. como consejera de Hacienda,
puesto que ocupaba desde el año 2004, añadiéndosele además la responsabilidad
de Administración Pública.
Viene todo este curriculum para dejar claro que las palabras de Aguayo siempre
han estado más que medidas y que no es una política lenguaraz que no piensa lo
que dice, y mucho menos en casos tan espinosos y complicados como el de los
EREs fraudulentos. De hecho, llegó incluso a autoinculparse en el Parlamento
cuando el PP le pidió responsabilidades a Griñán por no haberle hecho caso al Interventor
de la Junta, con tal de salvarle la cara a su jefe. Por eso, cuando hace unos
días, la consejera dijo en una entrevista en "la suya" (Canal Sur)
que las responsabilidades políticas de los EREs no solo eran de los
"cuatro golfos" que decía Griñán, sino también de conocidos
dirigentes socialistas como los ex consejeros José Antonio Viera y Antonio
Fernández, saltaron las alarmas en San Vicente, sede regional del
PSOE-A. Dije entonces que Aguayo había hablado por boca de Griñán, dispuesto a
sacrificar a sus enemigos políticos con tal de salvar el culo. Y pese a que el
partido (su número dos, Mario Jiménez) salió inmediatamente al paso de
dichas declaraciones, reafirmando que el único culpable era Francisco Javier
Guerrero, la consejera ha justificado en el Parlamento sus palabra en el
ejercicio de la "libertad de expresión" y añadió que "el PSOE es
un partido democrático y plural. donde la libertad de expresión se puede
expresar abiertamente", ¡Venga ya con el cuento, Caperucita!.
Vamos a ver, seamos serios y no queramos quedarnos con el personal como si
fuésemos gilipollas. Si Pepe Griñán es, a la vez, presidente de la Junta
y secretario general del PSOE-A, la pregunta que se hace cualquiera es ¿cómo su
alter ego en San Telmo (Carmen Martínez Aguayo) dice una cosa y su otro
alter ego en San Vicente (Mario Jiménez) afirma la contraria? ¿Porque
hay libertad de expresión en el partido? Vamos, anda, a otro perro con ese
hueso. Aquí hay indudablemente una campaña minuciosamente urdida por por el
"senatus" interno de Griñán que va a repartir culpas entre todos
aquellos que intentaron hundirle antes de hacerse con las riendas de la Junta y
del partido, desde José Antonio Viera a Manuel Chaves pasando por
Gaspar Zarrías, Martín Soler, Paco Vallejo o Luis Pizarro.
Aguayo ha sido sólo un instrumento al que están utilizando y que, si se
complica lo de su marido, puede ser amortizada. Ya saben que el PP de
Burguillos ha denunciado que Manuel Caramé, esposo de la consejera cobró
40.914 euros entre noviembre de 2004 y julio de 2008 por trabajos o informes de
"asesoramiento urbanístico" que nadie ha visto en este Consistorio.
Caramé acudía en persona al Ayuntamiento para recibir, directamente de la caja
municipal, los honorarios que percibía por sus consejos urbanísticos. "Sus
pases por el Ayuntamiento eran escasísimos", no ha ocupado ningún despacho
y siempre iba para cobrar. Sólo sabían que trabajaba para el Ayuntamiento los
funcionarios de Hacienda», ha explicado el actual alcalde, Domingo Delgado,
del PP. Veremos en qué queda todo este embrollo. De momento, la consejera Carmen
Martínez Aguayo se encuentra en el ojo del huracán de todas las miradas.
Esperemos que Griñán sepa echarle una mano cuando arrecien las bofetadas que le
van a llegar de todos lados.