Germinal ha vuelto: Allons enfants de la patrie
lunes 22 de abril de 2013, 11:11h
Quién iba a decir que 220 años después la exhortación que
hiciera Pétion, alcalde de París en los tiempos de la Revolución,
volvería a tener vigencia. "Vuestras propiedades están en peligro" advirtió a
los burgueses de entonces, nuestra clase media alta conservadora en 2013.
Hoy,
como en aquella primavera de 1793, la gran clase media se debate entre el miedo
a la subversión social -aquellos votantes del PP que dejan de comer para
pagar sus hipotecas- y la defensa del bienestar conseguido durante años; hoy,
como entonces, la clase media vamos a decidir si apoyamos a la aristocracia de
banqueros y grandes empresarios o si formamos alianza con los movimientos
populares.
Nuestros
jacobinos Danton, Marat o Desmoulins se llaman Mónica Oltra,
Eduardo Madina o Alberto Garzón y hoy, como entonces es necesario un
paso adelantado para enfrentarse a los girondinos Rubalcaba, Sáenz de Santa
María o Montoro. Gensonné sería hoy Pere Navarro e Isnard,
el rico perfumista de Grasse sería Paco Roig o cualquiera de los Barcenas
donnors.
La
Revolución del XVIII no podía haber triunfado de ninguna manera sin el apoyo de
los sans culotte, nuestros desahuciables de hoy de cuyas filas de enragés
(exaltados) ha surgido Ada Colau, más política que facciosa como los
hebertistas de entonces. Otros saldrán de entre los preferentistas estafados o
los luchadores de las mareas blanca, verde y negra.
Hace
poco y no sin sorna, alguien me preguntaba qué es ser jacobino en el siglo XXI.
Para mí es fácil: soy universalista, no creo en estados de ningún tipo (lo que
solo quiere decir que propugno llegar a un gobierno mundial y que crear nuevos
estados escindidos de otros mayores me parece un retroceso) ni en la
prevalencia de ninguna etnia o clase; defiendo la Res Pública como guinda del
pastel que es el Contrato Social y creo, por encima de todo, que liberté,
egalité y fraternité son los pilares esenciales de la modernidad política a los
que, dados los tiempos que corren, añadiría honradez (honnêteté).
Mis
armas revolucionarias son las palabras, nunca inocentes, siempre eficaces,
viperinas en boca de los oligarcas, enardecedoras cuando las gritan los
desheredados, mentirosas si pronunciadas por nuestros políticos. Con ellas
defiendo la ley y la justicia, dulces como un melocotón en Mesidor o lacerantes
como flagelo al usarlas contra los inicuos, los tramposos, los ventajistas y
los vendidos.
Un
jacobino del XXI, a mi ver, debe exigir la transparencia sin cortapisas del
estado y de sus instituciones; debe ser laico, luchador y honrado; capaz de
decir No incluso a los hermanos más cercanos y evitar el enfrentamiento físico
-la palabra es suficiente- sin retroceder un ápice en el compromiso y defensa
de la trilogía revolucionaria.
Un
jacobino, entonces y hoy, tiene ideales y se compromete con ellos; ha de ser
luchador y honrado para poder exigir sin sonrojarse y pone lo común por delante
de lo particular, el todos por delante del yo, la sociedad por encima del
individuo sin suponer esto colectivismo alienante alguno.
Estos
días volvemos a oír y oler la putrefacción del partido que gobierna. Sus mañas
viejas y manilargas son las mismas que las de su oponente en los 90 y quién
sabe si aún hoy. El bipartidismo ha sido nuestra condena y cáncer desde los tiempos
de Sagasta y Cánovas, hoy reconvertidos en enanos políticos sin
discurso ni palabras pero con zarpas largas.
Está
acabando Brumario y pronto empezará Floreal. El presidente Rajoy y su
equipo al servicio de los nuevos aristócratas volverá a subir el IVA en los
días del Thermidor y volveremos a ver un nuevo 18 de Fructidor con un
Directorio popular apoyado y amparado desde el poder judicial que se alzará
contra un gobierno y oposición tan mediocres, tan insulsas y deletéreas que han
vendido nuestra soberanía a una troika inelecta que no trabaja en bien de la
sociedad.
El
15 de mayo de 1789 el Tercer Estado, la gente, tomó conciencia de su poder y
fuerza y acabó declarándose único miembro de la Asamblea Nacional. Nuestro 15 M
fue en 2011 y desde entonces han surgido líderes populares capaces y
comprometidos, no son antisistema, solo anti políticos corruptos. Ya va siendo
hora.