Unos
cuantos más de 30 de los 46 millones de españoles que somos no votaron
la Constitución o porque no tenían edad suficiente o porque no habían
nacido. Y unos pocos millones menos de esos 30 eran demasiado jóvenes en
1981, o tampoco estaban aquí, cuando el Rey Juan Carlos
actuó de "Capitán América" y con su escudo protector detuvo la
embestida golpista de Tejero y compañía. Ni la Constitución ni la
Monarquía cambiaron sus vidas porque nacieron y crecieron con ellas y
disfrutaron de esta España nuestra que tan bien nos iba con la misma
naturalidad con la que se acostumbraron a manejar el ordenador o la
play station en sus cuartos. Mal asunto si nos aferramos en defender
ante ellos el sistema tirando de nuestra gloriosa transición- que sí que
lo fue- o recordando la gesta del monarca - que cualquier biennacido
debe agradecerle-. Pero si no fuera porque el simpático personaje del
genial Manuel Vázquez es de 1951, y no muchos entienden
su significado, seríamos considerados por toda esta muchachada y hasta
por lo más talluditos cuarentones como pesadísimos y locuaces abuelos
Cebolleta tan anclados en el pasado como ajenos a la realidad.
Aunque
35 años para una Constitución no es nada y menos en un país en el que
históricamente las constituciones han durado menos que un caramelo a
la puerta de un colegio. Y las tres décadas largas transcurridas desde
el 23-F no debieran ser disculpa para el olvido, teniendo en cuenta que
es el último intento de golpe de Estado en toda la Europa desarrollada
que, en aquella fecha maldita para nosotros de 1981, llevaba ya 24 años
modernizando y ampliando el Tratado de Roma que dio origen a la actual
Unión Europea.
Pero
todo parece antigualla, historietas del jurásico anterior que no sirven
para nada a cerca de la mitad de la población española que vive día a
día peor, mucho peor, que cuando nacieron o crecieron en la que se
prometía como la España de las oportunidades. La crisis económica y
social salvaje que padecemos se ha llevado por delante todas las buenas
intenciones constitucionales: ¿dónde quedan los sacrosantos y proclamado
derechos constitucionales al trabajo o a la vivienda digna cuando más
de la mitad de los menores de 35 años están en el desempleo? Ante
movimientos como el 15-M, Rodea el Congreso o los escraches, ¿sabe
alguien para qué sirve el derecho a la participación política a través
de los partidos políticos consagrado también en la Carta Magna? La
estabilidad política que daba la Monarquía al país parece hacerse añicos
cuando alguno o algunos de sus protagonistas presuntamente engrosan el
grupo numerosísimo de golfos nacionales que se han lucrado personalmente
del dinero pagado trabajosamente por los ciudadanos a través de sus
impuestos. O cuando su jefe supremo se aísla de la gente en sus safaris
exclusivos o se enreda en la madeja de las amistades peligrosas
Pero
cuando peor lo pasamos los cebolletas nacionales es cuando nuestros
hijos se ponen serios y más angustiados que enfadados nos preguntan
aquello de "Papá, ¿por qué me engañaste?" Seguramente pertenecen ya a la
primera generación de la historia que va a vivir peor que sus padres,
salvo que tengan suerte como emigrantes. Y les habíamos machacado cuando
eran niños y adolescentes con la idea de que se formaran bien, que
dominaran idiomas, hicieran masters, viajaran y se esforzaran porque
suyo sería el futuro. Muchísimos nos hicieron caso y ahora son por
derecho los españoles mejor preparados de la historia. Y de repente se
ha enterado que llegar a mileuristas será para ellos un sueño difícil de
realizar y casi nada del sistema que construimos tras la transición les
sirve para mostrar su rechazo o para cambiar las cosas. Nos hemos
quedado mudos y con cara de tontos preguntándonos aquello de "¿en qué
hemos fallado?"