Empleo, desahucios y poco más
lunes 15 de abril de 2013, 11:17h
Nos estamos, nos están,
enredando en asuntos ficticios o de segundo orden con un coste social muy alto
y seguimos sin abordar con rigor los problemas reales, los que afectan a la
gente de la calle, o se hace, y eso es más grave, con intereses espurios,
partidistas, con motivaciones demagógicas, tratando de ganar titulares, de
buscar adhesiones fáciles, a corto plazo, con políticas de 140 caracteres...
Algunos están poniendo en juego la estabilidad del sistema sin ningún recambio.
Kike Sarasola, un emprendedor que ha creado 500 empleos abriendo hoteles en
España y fuera de España, pone el dedo en la llaga: si el Gobierno central y
los autonómicos aprobaran medidas para apoyar a los emprendedores, para incentivar
la creación de empleo -con menos dificultades para crear empresas, con la
reducción o la bonificación de las cotizaciones sociales, con incentivos a la
contratación de nuevos empleados- esto podría arreglarse-. Si se marcara el
objetivo de que cada empresario contratara a un solo trabajador, si fuera
"rentable" hacerlo y no una carga inabordable, pasado mañana podríamos tener
uno, dos o tres millones más de trabajadores y esa misma cantidad menos de
parados. Más cotizantes y menos perceptores de subsidios. Ya sé que no es
fácil, pero se puede alcanzar si, con voluntad de acuerdo, se sientan en una
mesa, Gobierno, autonomías, sindicatos, empresarios y partidos y firman un
nuevo Pacto de La Moncloa. Claro que se puede, pero casi nadie quiere y
deberían explicárselo a los ciudadanos.
Lo mismo sucede con los
desahucios. Hace mucho tiempo ya, Felipe
González proponía una solución: que los que no pudieran hacer frente a las
hipotecas, recibieran una moratoria por parte de los bancos, comprometiéndose a
pagar sólo los intereses y no el principal del préstamo, por ejemplo durante
dos años. De esa forma, el Banco no perdería dinero y las familias podrían
sobrevivir. Nadie le hizo caso. También se pueden crear más Oficinas de Intermediación
Hipotecaria, como las que han puesto en marcha Diputaciones y Ayuntamientos con
muchos Colegios de Abogados, en muchos casos con acuerdos en un 60 por ciento
de los conflictos. Con diálogo y sin escraches. Y se pueden utilizar los
cientos, miles de viviendas de protección oficial que permanecen deshabitadas, o
habilitar edificios públicos desocupados, sin necesidad de medidas como las
tomadas por la Junta de Andalucía que, cuando menos, son de muy dudosa
constitucionalidad y que nos acercan mucho a regímenes populistas.
En todo caso, es
imprescindible aparcar debates inútiles y nada urgentes y abrir uno, serio,
profundo, riguroso entre todos los interlocutores sociales para buscar
soluciones de consenso, legales, a dos problemas que sí afectan a la esencia de la dignidad de las
personas. Sin empleo y sin vivienda los ciudadanos pasan a ser personas de
tercera, excluidos sociales, personas sin esperanza. Hay que pedir a los
políticos que abandonen tanto la soberbia como la demagogia y que actúen con
responsabilidad. Es lo mínimo.