...y en España,
qué? El clamoroso silencio de los escritores, que se nota más ahora que ha
muerto uno que, a los 96 años, seguía interviniendo y manifestando una crítica
razonada pero radical, al sistema.
No es
noticia la muerte de José Luis Sampedro,
y algunos periódicos se las han agenciado para no darla cuando sí lo era. O
para no darla con la importancia que tiene, a lo mejor porque no podían horizontalizarle con facilidad. Yo no
puedo empezar esta columna sin referirme a un hecho que deja un hueco singular
en nuestras letras: el de la ausencia de una voz rebelde que, en este reinado
de los economistas en el que estamos, y siéndolo él mismo, y muy prestigioso, ha
dejado con las vergüenzas al aire, hasta el último día, a los que consideran la
economía como una ciencia exacta y, además, de derechas. Es decir, ha hecho
notar que detrás de los sistemas económicos, y de las soluciones de los economistas, están los proyectos políticos. Y los
modelos de sociedad. Incluyendo el liberal. Que no era el suyo. Por eso apoyó
al movimiento del 15M, por eso se encargó del prólogo a Indignaos!, el panfleto de Stephane
Hessel (editado, como los siguientes, por Destino), que dio madera
ideológica a ese movimiento. Hessel
y Sampedro eran almas gemelas, como
dice el español en ese prefacio. Tuvieron vidas paralelas, nacieron el año de
la revolución rusa (1917) y han muerto, longevos y jóvenes, esta primavera.
La
personalidad de Sampedro no la agota
su importante saber económico, ni su actitud cívica y política, pública e
impecable. Ni siquiera sus grandes novelas, Octubre,
octubre o La sonrisa etrusca, que
le dieron una notoriedad que, en el fondo, yo creo que le daba igual. Yo aconsejaría a los lectores buscar en esas
otras, a lo mejor más menores, como El río que nos lleva -que estos días
aparecerá recuperada por Cátedra- o El
amante lesbiano, buscar, digo, ese vuelo
místico que encuentra no sólo en nuestras propias fuentes -Juan de la Cruz, por poner un ejemplo
mayor- sino en otras más exóticas: del I
Ching, que le ofrece la estructura de El
río...., a la filosofía neoplatónica alejandrina -La vieja sirena- o la mística sufí, tan presente en El amante... Es que para construir sus
personajes -y cómo son sus mujeres- ese subidón,
en el que él mismo, agnóstico confeso, se sumerge, le permite entrar en
recovecos y ansias del alma. Aunque no olvide, ni por un minuto, lo que
podríamos llamar las condiciones materiales. Un personaje y un escritor
especial, se lo aseguro.
Hasta el
último día diciendo que no. De los pocos. Recomiendo ahora el libro de Lucía Etxebarría, Liquidación por derribo, que acaba de aparecer en Bronce. Y lo
recomiendo (aunque no estoy de acuerdo con muchas cosas de las que dice) a lo
mejor porque oigo los mismos helicópteros que ella, veo las mismas vallas
antipersonas cerrándome la calle, y los
mismos antidisturbios, y también tengo un perro. Lo subtitula Cómo se gestó la que está cayendo, y
aunque me parece que reparte mandobles siguiendo esa norma de supuesta
objetividad que termina dando la razón a quienes piensan que en política son
todos iguales, y aunque demoniza por igual, aunque luego resulta que no, a los
dos grandes partidos, lo recomiendo, digo, porque parte de la afirmación
democrática, del deber (y la conveniencia) de votar, y explica, de modo
palmario, el enjuague económico global que nos ha traído donde estamos. Y,
sobre todo, porque levanta la voz. Tiene datos, muchos; cita sus fuentes, y se
explica bien.
El libro de Lucía se va a abrir paso en las listas
de abril, el mes de los libros. Y va a haber muchos, que acaban de salir, que
están a punto. Me limito hoy -el espacio manda- a anunciar unos pocos, en
castellano, de los que me ocuparé: dos novelones de dos latinoamericanas, Hot sur, de Laura Restrepo, y La mujer
que llora, de Zoé Valdés, que
mereció el premio Azorín y se presenta el lunes en un hotel madrileño, ambos
publicados por Planeta. Gálvez entre los
leones, de Jorge Martínez Reverte,
aparecido en Alianza, y Las lágrimas de
San Lorenzo, de Julio Llamazares,
en Alfaguara. Club La Sorbona, de Luis Artigué, (Alianza), y Leonardo, la rara segunda novela del
jovencísimo Guillermo Aguirre,
publicada por Lengua de Trapo. Y dos diarios, de muy distinto corte, aunque
generacionalmente muy próximos (y a mi): los dos tomos de Diarios, de Iñaki Uriarte
(editorial Pepitas de Calabaza) que cubren de 1999 a 2003 y de 2004 a 2007
(está a punto de aparecer el tercero, y van y vienen al recuerdo) y En la red del tiempo, 1972 1977, de Ignacio Gómez de Liaño, aparecido en
Siruela, y que se presentó ayer mismo en el Museo Reina Sofía. Son muchos los
que se me quedan en el tintero metafísico del ordenador, porque abril es uno de
los momentos de la edición, pero ya irán saliendo.
- Ediciones anteriores de 'Lágrimas de cocodrilo'
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