España, Europa, una misma crisis
domingo 07 de abril de 2013, 14:24h
Si somos capaces de
diferenciar entre Europa y Ángela Merkel, entre las instituciones y los
ciudadanos, entre la autoridad y el poder, entre la política de las ideas y las
decisiones de los tecnócratas, entre las instituciones y las masas, al estilo
orteguiano, lo que sucede en España es muy similar a lo que sucede en Europa y
la solución a ambos problemas debería ir paralela. Lamentablemente, ni Europa
ni España tiene un proyecto de futuro, ni tan siquiera de presente, y están
siendo desarboladas por la fuerza de hechos que no dominan.
Quienes creemos en Europa
y en la España de hoy, aunque más austeras ambas, más eficientes, más
participativas, más transparentes, más justas, apostamos por más Europa para
salir de la crisis, por más política para para hacer frente a un poder
financiero casi dictatorial. Pero parece que los políticos españoles y europeos
han perdido el rumbo. Una mirada a Portugal, asfixiado por las imposiciones de
los tecnócratas, como Irlanda, Grecia o España... revela que estamos todos al
borde del abismo y que más sacrificios no sirven para conseguir mejor futuro.
Francia líder europeo hasta anteayer, está hoy asfixiada por la corrupción, la
ineficiencia y la desconfianza. Italia está sumida en una crisis política de
fondo y no de formas. Inglaterra no sabe si quiere estar dentro o fuera, pero
su Gobierno tampoco consigue fijar el rumbo.
Entre nosotros, la
desconfianza ante una clase política desarbolada, incapaz de hacer pactos para crecer
sin que los más débiles paguen todos los errores de tantos años, está siendo
sustituida por movimientos sociales desunidos que tampoco tienen más que
objetivos a corto plazo. Sólo con este resurgimiento anárquico de los
movimientos sociales, que arrastran a muchos pero que no fidelizan a casi ninguno,
no conseguiremos nada. Hacen falta pactos entre los partidos, apertura a los
movimientos sociales para racionalizar e integrar sus protestas y su malestar y
nuevos valores para construir una nueva sociedad.
Esta semana se cumplirán
cincuenta años de una encíclica trascendental, la Pacem in Terris, de un Papa excepcional, Juan XXIII, que en tiempos tan difíciles al menos como los
actuales, apostó por una paz que sólo era posible fundamentada en los
principios de igualdad y libertad. Aunque en este medio siglo se ha avanzado
mucho en derechos sociales, estamos en riesgo de construir un modelo económico
que abandone el Estado del Bienestar -la igualdad, la libertad- para construir
no se sabe qué. No lo saben ni los líderes españoles ni los europeos,
desorientados, ineficientes y encerrados en sí mismos. La llamarada ética de Juan XXIII impregnó e incendió a la sociedad y a
casi todos los líderes políticos. Hoy necesitamos otro grito, otro aldabonazo
de alguien con autoridad moral que les diga a estos líderes que hay que caminar
hacia la solidaridad y volver a poner a la persona, dotada de dignidad y
derechos, como eje de la convivencia. Hay que cambiar los valores para salir de
esta crisis.
francisco.muro@planalfa.es