El
erotismo es un goce
compartido, dentro de una
moral orientada al placer que permite disfrutar del placer y de todos
los sentidos, de la persona entera. En contraposición a una moral
espiritualista, puritana, cuyo núcleo es la procreación que a la
mujer le hace objeto de placer para el varón y es la reproductora,
independientemente de lo que piense, de su voluntad, de sus deseos o
de sus circunstancias. No es un goce deshumanizado, ni violento. Es
un goce de libertad y no hay erotismo si no es con ternura
y respeto.
Las
personas lujuriosas
para los puritanos
son engendros humanos y ruina moral. Pero la experiencia nos muestra
que grandes creadores como Picasso, Lope de Vega y muchos otros,
supieron vivir una sexualidad
libre y eran personas
valiosas.
Los anticonceptivos
no degradan a quien los usa, y los "pecados de los jóvenes"
no invalidan su evolución. Y es que los lujuriosos
son personas alegres, que
se entregan,
que sufren, que son pacíficos y no son crueles.
Estas
cualidades no son frecuentes en los reprimidos que no
pueden vivir, ni
dejan vivir.
Son violentos en todos los aspectos y hasta soberbios. Estoy en
contra de la moral
puritana y en contra del
daño
que nos han hecho al prohibirnos
el sexo, al
disimularlo, al utilizarlo, al tacharnos de bestias si no seguimos el
goce sexual religioso, es decir fuera de lo reglamentado. Nos han
censurado la vista, el oído, y más que nada el
tacto.
Nos
querían sin libertad
sexual prisioneros de una
cama que no habíamos elegido, y qué triste, monótona
y llena de
responsabilidades y obligaciones ... pero vacía
de una libido lúdica. Porque la sexualidad
es libertad, no es
razonada, es reconciliarnos con nuestra parte animal. Puede que
tenga sus riesgos como la vida misma, y conocemos los
frutos de la moral
puritana, y no los
suponemos sino que los
hemos comprobado. A
muchos les ha llevado a la miseria
sexual, al comercio con
la prostitutas, a la pornografía y a tantos fracasos
y dolores de la pareja.
El
puritanismo
no hay quién lo pare, brota como la
mala hierba, y en época
de Freud, Reich y otros hubo una revolución
sexual, y los
puritanos los ignoraron, también los ñoños, la conveniencia
social y los falsos dogmas ... Los jóvenes de los 80 descubrieron el
dinero, el consumismo y
el poder. Pero lo que ocurre es que con
monedas no pueden
sacudirse la angustia y la soledad, para poder disfrutar del sexo
amistoso, afectivo,
relajado y no gregario ... Aún así, cuando se cree que hay una
mayor permisividad permanece la
miseria sexual y el
puritanismo,
completamente integrados. Continúan los
tabúes, las mismas
inhibiciones, similares traumas.
El
varón sigue casi siempre tomando
la iniciativa, le encanta
la conquista y desea dominar, tiene poco interés por las caricias y
la ternura. Va directamente a la excitación
genital, sin miramientos,
se salta la fase de preparación y no utiliza o desconoce el
arte de hacer el amor.
Muchos roles de mujer siguen activos, son opuestos y complementarios
a los del varón. Y muchas siguen marcadas por comportamientos
antiguos, para ser dominadas, sumisas y pasivas. Con tal de ser
deseadas permiten
las caricias, aunque no obtengan gratificación
alguna.
Si
tu que me lees te identificas con estos problemas, ponte en contacto
con un sexólogo
para aliviar este sufrimiento, que inunda muchos aspectos de tus
relaciones. Para que tu conducta sexual esté encaminada a
aumentar tu bienestar, a disminuir
la ansiedad en el
comportamiento sexual y a fomentar el placer.
_____________________________
Ana de Calle
Sexóloga y Terapéuta de Pareja
www.elsexoesvida.com
Anteriores artículos:
- Si el hombre se masturba ¿por qué lo hace?
- El matrimonio no consumado
- Coito doloroso en el varón
- La destreza del hombre en el sexo
- La ignorancia sexual
- La nueva erótica masculina
- Todos los artículos de Sexualidad>>