El nivel de calidad de los
recursos hídricos, con frecuencia menor al recomendable, pone en peligro el
acceso a agua potable no sólo en los países emergentes, o en desarrollo, sino
también en los países desarrollados.
A modo de ejemplo, en la Unión Europea la
sobreexplotación de los acuíferos, así como la aplicación de fertilizantes químicos
y pesticidas está comprometiendo el acceso a un agua de calidad.
En lo que a
los recursos hídricos superficiales se refiere, la calidad del agua de los
ríos está lejos de ser la óptima,
especialmente en los tramos medios y bajos, que es donde se ubican las grandes
urbes y donde la actividad agrícola se desarrolla de manera intensiva. Además,
las cuencas fluviales se presentan altamente reguladas, presentando numerosos
embalses y trasvases intercuenca. Como resultado, en ríos como los españoles el
caudal está por debajo del que sería esperable en régimen natural, lo cual
reduce la capacidad de dilución de la contaminación.
Con todo, los países
desarrollados son altamente resilientes cuando se dan situaciones de
contaminación, en tanto en cuanto cuentan con los recursos normativos y los
medios económicos para hacer posible que las situaciones de estrés sean
reversibles.
La situación en los países en desarrollo es sustancialmente peor.
A este respecto, la ONU informó que alrededor de 2.600 millones de personas en
el mundo, la mayoría en África y Asia, no tienen acceso a aguas a las que
previamente se les haya aplicado un tratamiento básico, incrementándose como
resultado el riesgo de enfermedades de tipo diarreico. En el caso concreto de
la India, el 70 por ciento del agua
suministrada como potable está contaminada al presentarse mezclada en mayor o
menor medida con aguas residuales.
Lo anterior, sumado a otros efectos que
aminoran la calidad ambiental del medio (p.e. contaminación del suelo) pone en
peligro la continuidad sostenida del desarrollo económico de la India,
comprometiendo incluso su seguridad nacional. En esta misma línea, la
prestigiosa revista The Economist ("Less fertile crescent", 09-03-2013) se hacía eco de que recientes estudios han
demostrado que las cuencas de los ríos Tigris y Eufrates han disminuido su
aportación en un 30%. Esta reducción es consecuencia de la sobrexplotación de
los acuíferos en respuesta a la sequía de 2007.
El problema es que las cuencas
de estos dos ríos drenan los países de
Siria, Irak, Iran y Turquía. Históricamente se trata de una región de elevada
inestabilidad, en la que el tradicional foco de conflicto, normalmente
vinculado a los recursos fósiles, podría en un futuro trasladarse al control
del agua.
José María Bodoque
del Pozo
Profesor
Contratado Doctor
Facultad de
Ciencias Ambientales y Bioquímica
Universidad de
Castilla-La Mancha