miércoles 20 de marzo de 2013, 19:10h
Pobres lusitanos en este país. Las lloronas declaraciones del
entrenador del Real Madrid, José Mourinho, sobre las dificultades de ser
portugués en España son muy reveladoras de una cierta forma de pensar. Un
entrenador que se levanta más de quince millones de euros como salario. ¿Qué
será cuando se le trate bien?
El cóctel de victimismo y nacionalismo se sirve
una vez más con unas lagrimitas de dale limosna, mujer, que no hay en la vida
nada como la pena de ser portugués en España entonada con sones de fado. Podría
unirse al mismo selecto club de plañideras profesionales con miembros de
vestiduras tan rasgadas como Anasagasti y Artur Mas. Supongo que el grupito de
portugueses enquistado en el Real Madrid estará también a favor del derecho a
decidir. A decidir lo que diga su señora, claro, como todos. Otro jugador del
mismo equipo, Pepe, abunda en la misma idea: "Los portugueses del Real
Madrid nos sentimos perseguidos". Cobra cinco millones de euros. y dice
que a Ronaldo, con un salario del Madrid de más de diez millones, no se le
trata con justicia. La culpa, por supuesto, es de los españoles, dice Pepe, y
la causa sería la envidia española porque "España nunca tuvo un jugador
merecedor del Balón de Oro". Portugal, subraya, puede alardear de los
balones de Figo y Ronaldo.
Palabras que no pasarían de ser sandeces son, a veces, muy reveladoras
de una forma de pensar. Como las de Mariano Rajoy, socio, por cierto del Real
Madrid desde hace más de veinticinco años, cuando al ser preguntado por Chipre ha
dicho no ser "partidario de que la gente pierda sus propios depósitos
porque no tiene ninguna responsabilidad en esta materia". Será que los
castigados con la pérdida de la paga extraordinaria, la subida del IVA o la
congelación de las pensiones sí tienen, a juicio de Rajoy, responsabilidades en
la crisis; caprichosos viviendo por encima de sus posibilidades, no como los
jugadores portugueses del Real Madrid, que viven modestamente de acuerdo con
sus ingresos y sufren en España una persecución por sus orígenes lusos.
¿En qué estaría pensando José Saramago cuando dejó el país hermano
para venirse a vivir a una España capaz de oprimir así a portugueses, vascos,
catalanes, gallegos, andaluces, extremeños, leoneses, castellanos y vecinos de
Motilla del Palancar?