Que está de
moda, está de moda. La elección para el papado de un Jesuita y obispo
argentino, y su peculiar personalidad, tiene a su país, y a la importante
colonia que (todavía) vive en éste, en un estado de alegría curiosa. Pero
también en el mundo de los libros se apunta otra mirada.
Yo, que ando
bastante cerca de la argentinidad, por cosa de matrimonio, no había tenido
noticia de algo parecido desde algún mundial de fútbol, o desde la celebración
de los goles de Messi, y antes Redondo, y antes Maradona, y antes Jorge
Valdano, y antes Di Stefano....
Pero Jorge Bergoglio, el Papa Francisco -así, sin números-, que
es futbolero, le gusta el mate y el tango, y lee a Borges,
está haciendo gestos curiosos. El lector, sobre todo el que no ha estudiado historia sagrada ni historia de la iglesia
católica, los va a entender mejor si se acerca a un libro que a mí me ha
recordado muchas cosas y me ha iluminado otras -y encima, me ha divertido un
montón, porque está escrito con gracia, y, eso sí, con mucho respeto: El declive del Imperio Vaticano, de Javier López Facal, publicado por
Catarata. Yo me esperaba una cosa coyuntural, con mucha Banca Vaticana y mucho
pederasta, pero no: hace en realidad un recorrido histórico sobre la evolución
del dogma, de la verdad aceptada (para los laicos: para los católicos,
revelada) a lo largo de los dos mil años largos de la "historia común". Gestos:
cambia su billete de primera en un vuelo de catorce o quince horas, Buenos
Aires-Roma, por uno de "galeras" (así se llama la clase turista intracompañías
aéreas) y destina a los pobres la diferencia; se paga los días de preconcilio
en la residencia correspondiente, habitualmente -y legítimamente, oiga-
sufragados por la organización; se hace bendecir por el pueblo antes de
impartir su propia bendición.... En fin. Y aunque se ha intentado ensombrecer su
figura con más bien supuestas connivencias con la dictadura de Videla, gente
tan poco dudosa como Pérez Esquivel,
lo desmiente....
![](http://statics.diariocritico.com//uploads/1443ba6bcbec641025ee255b368b68ce)
Javier López Facal pasa un poco de puntillas por la
aparición y evolución de los Jesuitas, pero a mí me gusta de ellos su casuismo.
Es decir, el planteamiento de la radicalidad de la libertad en lo que se
refiere a la moral, y la necesidad de tener en cuenta los males derivados de
cualquier elección que uno haga. De un bien, o de un mal. La cosa de la
moralidad acto por acto, y hasta, simplificando, el tema del "mal menor". O de los daños
colaterales, muchas veces, de un bien (supuesto) a ultranza.... Hay muchos
ejemplos. El aborto, donde la libertad individual de la mujer debe calibrar, y
nadie más, y la ley laica evitar otros males. O el celibato clerical, donde la
organización debe mirar si cambia un poquito las disciplinas y lo deja al libre
arbitrio de los sacerdotes. O, bueno, la ocultación de los casos de pederastia,
donde no se vió bien cuál era el mal mayor, o la elección de con quién y
quiénes está la iglesia, donde ..... bueno, donde no se ve casi nada. Soy yo
quien dice esto y no el papa ni los jesuitas, ni López Facal! Pero que sea un papa de formación jesuítica, a mí,
agnóstica pero criada en la cosa de San Ignacio, me gusta mucho más que las
teorías fundamentalistas y sobre todo elementales de otras sectas y
congregaciones. Y ya de paso, recomiendo el estudio de Foucault sobre Loyola,
que publicó hace años Anagrama y que debe ser ya carne de www.iberlibro.com.
Pero la moda
coincide con otra, de vuelta a mirar a la potente literatura argentina. No
puedo dejar de mencionar dos libros recientes, el de Alan Pauls, Historia del
dinero, (Anagrama) una novela dura y feroz que arranca en la Argentina del
Proceso -eufemismo para la dictadura- pero que echa atrás y adelante, y el
dinero es un protagonista-objeto para un narrador que va creciendo, y La fragilidad de los cuerpos, de Sergio Olguín (Tusquets), un thriller
aparentemente, un fresco vivo del Gran Buenos Aires, del menos o nada turístico
porque está en las orillas del bienestar y en el corazón del delito y la
corrupción. Para estos dos libros, que recomiendo, prometo una crítica la
semana que viene. Que es que se me acaba la columna!
Además, este año se cumplen los cincuenta -ya lo he
dicho anteriormente- de la aparición de dos novelas fundamentales en la
literatura castellana.
Rayuela, de Julio Cortázar, y Bomarzo, de Manuel Mugica
Laínez. Del primero se van acordando algunos, y muy especialmente los
editores y libreros del Centro de Arte Moderno, que funcionan casi como una
embajada argentina en las sombras. Pero de Manucho....
Espero que al leer esto, alguien se acuerde -Casa de América?-de organizar
algo. Digo yo. Que hay que aprovechar la bolada, que se diría en porteño.
- Ediciones anteriores de 'Lágrimas de cocodrilo'
![](http://cms.diariocritico.com/uploads/0496cb49249e04b1af69fde62f418561)