jueves 14 de marzo de 2013, 16:48h
Decía el cardenal Barbarín, un cardenal francés joven, nacido
en Marruecos, que "el próximo Papa será más libre y hará todo como quiera, a su
propia manera". Un "africano" hablando de un iberoamericano, dos continentes
que esperan su hora y ojalá que ésta haya llegado. Frente a los errores de
tantos vaticanistas que no han acertado ni de lejos, el nuevo Papa se llama Francisco, todo un pronunciamiento, ha
marcado ya su propio estilo, su libertad, su programa de gobierno. Los valores
van a jugar un papel decisivo en este nuevo papado. Frente al desierto de
valores del mundo actual, de los políticos, de los ciudadanos, la humildad, la
sencillez, la discreción de Francisco I son un reto. Frente al miedo, la
tranquilidad, la normalidad.
¿Se imaginan ustedes un
"conclave" político bien del PSOE, bien del PP, incluso de Convergencia o de
Izquierda Unida, donde los militantes se encierren para elegir a un candidato y
acabe saliendo el que menos se espera, el que no pertenece a los grupos de moda?
Seguramente no es posible porque en los congresos de los partidos no juega
ningún papel el Espíritu Santo. Y mira que haría falta que alguien, aunque no
fuera el Espíritu, pusiera un poco de sentido en esos territorios.
Es tiempo de esperanza
para que el mundo siga mirando a Roma con respeto y atención y para que Roma siga
siendo un lugar desde el que se hable de valores, de evangelización, de la
buena noticia y se olviden las rencillas y las disputas. Los cardenales han
tardado poco en elegir a alguien que no parecía el candidato preferido y han
dado una lección al mundo. Roma necesita
recuperar una cierta credibilidad perdida y eso exige firmeza, inteligencia y
vuelta a los orígenes. Vamos a hablar mucho de este Papa argentino que parece
cercano y próximo a los ciudadanos, que se conmueve con los que sufren y que
sufre con los que padecen. Para los cristianos, esta cuaresma, esta Semana
Santa, es la puerta a la resurrección. En Roma se ha puesto una nueva piedra
para que la Iglesia sea el referente de los valores que necesita la sociedad.
Que lo primero que ha hecho el nuevo pontífice haya sido rezar el Padre nuestro
no es casual como no lo es tampoco que haya pedido que recen por él. La oración
como referencia también es otro compromiso.
Es pronto para juzgar a
nadie y hay que ver los primeros pasos del nuevo Papa. Pero esto pinta bien
para los católicos y para los que no lo son. Roma es un referente
imprescindible para una sociedad con anemia de valores. En tiempos de crisis,
austeridad, cercanía y sencillez en Roma.