martes 12 de marzo de 2013, 14:43h
Esta vieja Iglesia,
alejada de la realidad del mundo actual, sometida a reglas caducas, socavada
por los escándalos de la pederastia o del espionaje interno, de viejos e
integristas cardenales y hasta de un lobby gay, con un anciano Papa que
renuncia ante su incapacidad para afrontar los problemas internos... esta vieja,
antigua, arcaica Iglesia Católica tiene al mundo mirando a Roma a ver si sale
la fumata blanca y habemus
Papam.
Esta Iglesia que no
interesa ni a los católicos de misa diaria -bichos raros que merecen ser
estudiados por un entomólogo- ha provocado que las los programas de radio y
televisión y los periódicos "más laicos" hayan desplazado centenares de periodistas
a Roma y nos cuenten todo: lo que hacen los cardenales, la lista de papables, el
juramento de silencio de los empleados del Vaticano o la comida que les van a
servir cuando estén aislados del mundo. Misterios de la vida.
Para no interesar la
religión, para ser algo que debe quedar en la conciencia privada de cada uno,
no deja de sorprender este foco de atención. Así llevamos 2.000 años y las
miserias internas o los ataques externos no han podido con la Iglesia de
Cristo. Pase lo que pase, el Papa que elijan estos 115 cardenales con derecho a
voto será uno de los líderes del mundo actual. Seguramente, uno de los pocos
que pueden merecer el título de intelectual y, desde luego, su palabra será escuchada
y seguida por millones de ciudadanos en todos los países del mundo. Por los
católicos de la vieja Europa, por los de la joven áfrica, por los que son
perseguidos en Asia, por ese mundo que algún día explotará todo su potencial
que es Iberoamérica. En cualquier lugar del mundo hay católicos que se reúnen
en torno a un Dios solidario que predica el Amor entre todos los hombres. Sigue
siendo un mensaje revolucionario.
¿Quién
será el sucesor de Benedicto XVI? Yo apuesto por un Papa profeta, comunicador y
gestor, conquistado por Dios pero tocado por las necesidades de los hombres; un
Papa que afronte los problemas y los retos de la Iglesia sin miedo a ocupar su
espacio en la sociedad; un Papa cercano que sepa pedir perdón por los errores
al mismo tiempo que proclama la necesidad de la reevangelización; un Papa al
frente de una Iglesia limpia y transparente, que no es una Iglesia más débil,
sino una Iglesia más humilde y más fuerte; el Papa de los vulnerables y los
desfavorecidos, de los que no tienen voz ni esperanza; el Papa que tienda
puentes que destensen la tensión entre Dios y los hombres; que ponga amor
frente al odio, bien frente al mal,
perdón frente a la pena y reinserción frente a la condena; un Papa que dé
respuestas y sacuda las conciencias. El mundo mira a Roma y hasta los que no
creen en Dios esperan un buen pastor.