lunes 11 de marzo de 2013, 08:09h
La
presidenta navarra, Yolanda Barcina,
y otros congéneres van a devolver "parte" de las astronómicas dietas cobradas
por la cara en los últimos años como consejeros de Caja Navarra.
Su
acción, claro, no se debe a un tardío y retrospectivo acto de honradez -o, al
menos, de sensatez-, sino a que han sido pillados con el carrito del helado
justo antes de unas elecciones internas de su partido, UPN, y no está la cosa
para perder sus cargos orgánicos en una época tan dura como ésta.
Aun
así, que yo sepa, ellos son los únicos que han prometido devolver "lo robado" -aunque
siguen considerando "legítima" y hasta "normal" esa apropiación- de toda la caterva
de políticos, paniaguados y gente afín que han venido aprovechándose de las
cajas de ahorros durante las tres últimas décadas.
Calculando
por lo bajo, entre todos los directivos y consejeros colocados en las cajas por
los partidos políticos, directamente o con su consentimiento, se han llevado
miles de millones de euros. Sí, lo han leído bien: miles de millones que
habrían podido paliar el desastre causado por ellos mismos en las entidades de
crédito que presuntamente gestionaban.
Ese
dinero se lo han llevado, además, individuos que en sucesivas comisiones de
investigación han manifestado "no tener los conocimientos adecuados para el
cargo" o que "yo sólo me dedicaba a firmar los papeles que me ponían delante" o
que "en realidad me fiaba del criterio de los técnicos, que eran quienes sabían
del asunto".
El
que no se le obligue legalmente a toda esa gentuza a devolver lo percibido,
mientras se deja en la calle a trabajadores de las mismas cajas y se expolia a
poseedores de participaciones preferentes y otras deudas es un atraco con
premeditación y alevosía.
Diplomado en la Universidad de Stanford, lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artículos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico Noticias del Mundo de Nueva York.
Entre otros cargos, ha sido director de El Periódico de Barcelona, El Adelanto de Salamanca, y la edición de ABC en la Comunidad Valenciana, así como director general de publicaciones del Grupo Zeta y asesor de varias empresas de comunicación.
En los últimos años, ha alternado sus colaboraciones en prensa, radio y televisión con la literatura, habiendo obtenido varios premios en ambas labores, entre ellos el nacional de periodismo gastronómico Álvaro Cunqueiro (2004), el de Novela Corta Ategua (2005) y el de periodismo social de la Comunidad Valenciana, Convivir (2006).
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