El despertar de la sociedad civil
jueves 07 de marzo de 2013, 15:31h
Recuerda con acierto José Juan Toharia que la sociedad recrimina a los políticos que anda más preocupados por sus propios problemas e intereses que por los del común ciudadano y, además, haber abandonado el espíritu de la Transición, que permitía una cotidiana y durísima refriega parlamentaria y mediática, pero también la constante consecución de acuerdos y consensos que hizo posible el difícil parto democrático. Fue sin duda mérito de los políticos de entonces, engrandecidos con el paso del tiempo y olvidadas las miserias, trampas y traiciones -que las hubo- pero también fue el resultado de un esfuerzo colectivo de asociaciones, sindicatos, organizaciones profesionales o instituciones como la Universidad que, con todas sus discrepancias, pensaron, dialogaron, propusieron ideas y cedieron algo para lograr mucho.
Ese diálogo, ese consenso, esa forma de hacer política es puro recuerdo. Desde hace demasiados años, desde hace demasiados Gobiernos, cada cual empezó a tirar por su lado y el resultado es el que vemos hoy. Incapacidad para acuerdos en temas de Estado -la justicia, la educación, la sanidad, las pensiones, el modelo económico, autonómico o fiscal- y una reciente desconfianza ciudadana en sus políticos, con riesgos de que surjan candidatos que pesquen en este río revuelto de recortes, corrupción, desatención a los intereses generales, disputas inútiles e ineficiencias crecientes.
No sé si es posible recuperar la clase política de la transición -profesionales competentes, con experiencia probada, servidores de los ciudadanos, capaces de consensos, de paso por la política...- pero creo que es indispensable que la sociedad civil despierte. Sabemos lo que nos pasa, cono dice Toharia. Hay propuestas inteligentes en justicia, en sanidad o en educación, pero los políticos ni siquiera escuchan el clamor ciudadano. Hay que empujarles a que lo hagan y hay muchas organizaciones o instituciones que deberían ponerse en la primera fila. Desde luego, la Universidad si sabe despertar de su letargo. Pero hay muchas más que están pidiendo regeneración y cambio.
La Fundación Transición Española ha propuesto reestructurar el Estado autonómico y rediseñar sus competencias. No es una elucubración sino un estudio serio que puede ser discutido, que plantea un debate imprescindible y difícil. Pero hay que abordarlo. Antes lo hizo el Foro de la Sociedad Civil que planteaba la supresión de las autonomías, un objetivo equivocado y tal vez imposible si no volvemos cincuenta años atrás. En el terreno de la Justicia, abogados, jueces, fiscales, sindicatos y consumidores y usuarios se han planteado formular una e reforma radical de la Justicia. Ojalá lleguen a algún puerto. En educación y sanidad hay otro clamor. Lo mismo deberíamos decir del modelo económico, pero sindicatos y patronal hace tiempo que no hablan de nada ni con nadie. Hay que acabar con el desierto de esta sociedad civil y crear movimientos ciudadanos sustentados en un pensamiento sólido y discutido, con propuestas posibles, que obliguen a los políticos a bajar de su guindo particular y escuchar a sus votantes.
francisco.muro@planalfa.es
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Últimos comentarios de los lectores (1)
18787 | Rosa Paredes - 08/03/2013 @ 14:15:09 (GMT+1)
Sr. Muro, permítame. Leyendo su artículo, recuerdo una conversación telefónica sostenida ayer con uno de mis hijos. Comentaba, que el político de turno solo se preocupa de su propio bienestar y al ciudadano que pululamos por las calles con aires de aburrido y hastiado, que nos den puñetas. Como suena. ¿para qué vamos a engañarnos?
Observas a través de los medios de comunicación, como se incrementan en las calles de las provincias españolas esas largas listas de espera. Este hijo del cual hablo, también forma parte de la misma. Cuatro años en paro ¿qué le parece? ¿Le digo una cosa? Todo lo que revolotea alrededor, me hace recordar el blanco y negro del Nodo de otros años. Antes no teníamos technicolor, ahora tampoco. Las películas de Walt Disney que hacían las delicias de los tiempos infantiles, parece que se han quedado atrás.
¡Estoy harta de ver siempre las mismas imágenes! La caligrafía del Sr. Bárcenas que me lleva a los cuadernillos de la vieja escuela; sus entradas y salidas del domicilio familiar en la milla de oro; sus carreras de taxi /éste, no va en metro/ sus argumentos pueriles con el fin de retrasar al máximo, su entrada en chirona, etc.etc.etc.
Esta camarilla que nos rodea, han engordado sus bolsillos a costa de vaciarnos los nuestros.
¡En fin, Don Francisco, se podría enumerar mucho, pero presiento que el día de hoy, necesita un milagro para poder seguir viviéndolo! No se puede negar que la vanidad de los que escribimos nuestra verdad, impera. Todo, en realidad, se reduce a muchos bla, bla, bla, pero que no solucionan absolutamente nada.
Gracias por su interesante artículo.
Un saludo
Rosa Paredes
La ¨Coruña
http://rosaparedes-rosa.blogspot.com
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