Es una buena noticia que el déficit de
Castilla-La Mancha se haya quedado en el 1,53 por ciento, sí que lo es. Es una
buena noticia para las empresas, para las cuentas de la Comunidad, para
solucionar el grave problema de la deuda, para contribuir a la mejora de la
economía nacional y que ésta pueda seguir vendiendo su credibilidad en Europa.
Por todo esto es una buena noticia que el déficit se haya reducido del 7,8 por
ciento al 1,53.
Pero lo siento, no puedo celebrarlo. No
creo que el coste que ha tenido para la sociedad de la región bajar el déficit
a esas cifras haya merecido la pena. No diré que era mejor el déficit del
ejercicio anterior como aseguró el portavoz socialista, pero es que tampoco
comparto las obligaciones que se nos han impuesto desde Europa para que las
regiones nos apretemos el cinturón hasta que se acaben los agujeros. Y todo al
final para no cumplirlo, porque si era buena noticia haberlo bajado tanto, no
lo es que nos hayamos quedado a las puertas, aunque sea así de cerca. Porque ya
puestos a incumplir nos podríamos haber quedado en el 2 por ciento y haber
invertido en iniciativas para la creación de empleo, que es lo que hace falta.
No puedo celebrarlo porque la presión a
las familias con más necesidades es aún mayor, porque los jóvenes tienen menos
oportunidades de trabajar, y porque se está viendo que el crédito ni fluye ni
nada que se parezca.
El Gobierno insiste en que la diferencia
es tan mínima a la cifra que apuntó hace unas semanas, del 1,479 por ciento, que
se puede dar por cumplido el objetivo de déficit. ¿Eso significa que se
acabaron las medidas de ajuste? Y no digo que vuelva la alegría, pero ¿se acabó
el asfixiar a la sociedad? Estaría bien que se dijera. Mientras tanto, en la
cifra de déficit no hay nada que celebrar.
Javier D. Bazaga
Periodista