Había terminado la carrera de Económicas y sin
tener muy claro aún hacia dónde iba a dirigir sus actividad profesional, José
Manuel Fernández decidió, junto con otros cuatro vecinos del pequeño municipio
leonés de Gordoncillo, embarcarse en una aventura cuyo primer objetivo no era
otro que recuperar el viñedo, a punto de desaparecer, y, de paso, conseguir un
futuro para el pueblo.
Con mucha ilusión y
vocación emprendieron una aventura empresarial que, años después ha cuajado en
un proyecto consolidado y con proyección de futuro:
Gordonzello, una bodega en
la Denominación de Origen Tierra de León.
Fernandez recuerda
aquellos comienzos, cuando dio los primeros pasos con media docena de personas
que "vimos la posibilidad de plantear una explotación de viñedo conjunta", para
lo que, en lugar de optar por la tradicional fórmula de la cooperativa,
prefirió la cesión de la titularidad de las pequeñas tierras a una sociedad
anónima de la que serían accionistas. Así, 101 vecinos de Gordoncillo
accedieron a ceder sus tierras y convertirse en socios de Gordonzello, una
empresa en la que Fernández se convirtió en su gerente.
El resultado fueron
200 hectáreas de viñedo, una de las mayores explotaciones de Castilla y Leon,
que se pudieron beneficiar de la financiación facilitada a través de los planes
de concentración parcelaria de la Junta de Castilla y León.
Y el viñedo comenzó
a dar sus frutos y con él las primeras producciones de vino que dieron paso a
la construcción de la bodega, en el mismo municipio leonés, gracias a una
ampliación de capital que llegó con 36 nuevos socios.
José Manuel
Fernandez recuerda aquellos comienzos que unieron a un grupo de personas con
"la vocación de recuperar el viñedo y que el pueblo tuviera futuro". Es más, su
primer objetivo "era colaborar, no pensaba en una salida profesional, aunque sí
creía que era algo que podía funcionar". De hecho, tardó varios años en
formalizar una vinculación laboral con la empresa. De viñedo no sabía demasiado
pero si de economía y de cómo conseguir poner en marcha el proyecto. Así, lo
más difícil fue, precisamente, el comienzo, el conseguir poner de acuerdo a un
centenar de personas para que cediesen la titularidad de sus explotaciones,
cosa que se consiguió.
Hoy, el resultado
es una bodega con 200 hectáreas de viñedo, una plantilla de 25 trabajadores y
600.000 botellas de vino en el mercado, rosado, blanco y tinto, de las
variedades Prieto Picudo (la autóctona) y verdejo. Con un crecimiento en ventas
del cinco por ciento en el último año, Gordonzello tiene ahora, como principal
objetivo, incrementar su presencia en los mercados, tanto nacional como
internacional, ya que exporta el diez por ciento de la producción.
Como no podía ser
de otra forma, ya se ha dado el salto al enoturismo y se organizan visitas a la
bodega, al Centro de Interpretación de la Viña y el Vino, situado en una bodega
antigua y o al "jardín de las variedades". Su pertenencia a la Denominación de
Origen Tierra de León confirma la proyección de futuro de un proyecto que nació
para crecer basado en una variedad de uva única y autóctona: la Prieto Picudo.
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