De la democracia a la demagogia
miércoles 27 de febrero de 2013, 08:21h
La
Unión Europea esperaba mucho de las elecciones italianas. En Bruselas confiaban
en que Mario Monti podría seguir gobernando el país, continuando con la
política de ajustes, pero los italianos
han dicho que no, y Mario Monti, de ser el primero de la clase se ha convertido
en el último de la fila.
En
Italia han ganado tres formaciones que no quieren saber nada de la austeridad
marcada por Europa. En primer lugar, un líder de izquierda, Bersani, que aún
sueña con la utopía del estado del bienestar, en una Italia que tiene una deuda
del 127 por ciento de su Producto Interior Bruto. En segundo lugar, un líder de
derechas, el impresentable Berlusconi que a pesar de sus escándalos, se ha
permitido el lujo de prometer que va a crear cuatro millones de puestos de
trabajo. Y en tercer lugar, la gran
sorpresa, un humorista disfrazado de Pepito Grillo, que ha obtenido el voto de
los indignados y los antisistema, es decir de los que no creen en casi nada, y
en la Unión Europea, menos aún.
Los
mercados exigen a Italia estabilidad y un gobierno firme y potente. Sin embargo, este resultado electoral
ha dejado a Italia ingobernable. Los italianos han ejercitado el derecho al
pataleo. Ha sido un desahogo legítimo y democrático, pero aquí la democracia ha
dejado paso a la demagogia. Y la demagogia es un callejón que no tiene otra
salida que la reforma de una confusa ley electoral y la convocatoria de nuevas
elecciones.
Esperemos
que Italia regrese a la sensatez. Nos jugamos mucho con ello, porque esa es
otra. Los mercados nos estaban tratando mejor, pero ha llegado el caos
italiano, y nosotros también sufrimos las consecuencias. Menuda gracia, por
culpa de unas elecciones que no hemos hecho, estamos pagando unos platos que no
hemos roto.