Desde que se
promulgaron la Ley de Igualdad y la de Violencia de género, en cuanto se acerca
el 8 de Marzo hay algún personaje que se adelanta. Como si quisiera
protagonizar o dirigir -o boicotear- la agenda del Día Internacional de la
Mujer.
Este año ha
sido Toni Cantó, actor y diputado de
UPyD, que se ha cubierto de gloria. Lo suyo, tópicos y mentiras que conocemos
todos los que hemos dedicado un poco de tiempo a temas de igualdad y de
terrorismo machista. Otros años fueron otros, de infausto recuerdo. La lista,
la misma: las denuncias "falsas": el propio Consejo Superior del Poder Judicial,
ofrece datos que le desmienten
expresamente: sólo el 0,0096%, menos del uno por mil, exactamente 13 entre
135.540 en 2009, resultaron ser falsas. Y la enorme cifra de denuncias desde
que existe la Ley Integral contra la Violencia machista no es más que la cabeza
de un iceberg de sufrimiento y malos tratos. La inmensa mayoría de las víctimas
mortales de esta lacra no habían denunciado. Y los muertos y suicidas -los unos
podrían empezar por lo segundo, he pensado siempre, que primero matan y luego
se quitan de en medio; a las otras, la Ley- tergiversando datos. No, la violencia machista
es eso, machista, basada en la creencia en la inferioridad de la mujer y su
sujeción al varón. Que es ideológica. Que es funcional. Que es impresentable. Y
eso es lo que defiende Toni Cantó.
No hay disculpa, y no basta con pedirlas.
Obviamente,
el tema de la violencia machista ocupa -tiene que ocupar- la primera página de
la agenda feminista -que por cierto no es feminazi.
Otra falacia infame. Los feminismos son programas políticos que no están contra
los hombres, sino por su igualdad con las mujeres. Contra el machismo, si. Y la
tiene que ocupar porque sólo en España, y sólo en menos de dos meses, han caído
seis. Que no son números, que son personas. Víctimas, por cierto. Víctimas. El
machismo mata más que ETA. Siempre lo ha
hecho, porque es una ideología que viene matando desde el siempre que conocemos.
Así que el terrorismo machista es la primera página, pero hay más cosas: la
visibilidad de las mujeres, la memoria de las mujeres, la excelencia de las
mujeres. Y este año, cuando la crisis se ceba en nosotras, la vieja consigna de
hace 101 años: "A trabajo igual, salario igual". Porque cada vez se distancia
más. Lo que -y se dan perfecta cuenta: es político, no ingenuo- forma parte del
proyecto neoliberal.
El Día
Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, moviliza también al mundo de la
cultura. Por ejemplo, el programa Mujeres
y punto, que coordinan Yolanda Lobo
y Ovidio Parades, en Oviedo, reunirá
seis mujeres excelentes, tres escritoras y tres actrices. El jueves 7,
inaugural, Maruja Torres contará su
experiencia como escritora y periodista, y mi querida Charo López leerá textos de los libros de Maruja, Esperadme en el cielo
(Destino, 2009, y tuvo el premio Nadal) y Como
una gota (Aguilar, 1995). Por cierto que me cuentan que Charo López está ensayando ya una
función, La monja alférez, a cuyo
próximo estreno pienso ir. Curiosa historia la de Catalina de Erauso, que hizo las Américas en el siglo XVII, y de la
que escribió Thomas de Quincey, el
del comedor de opio inglés, (el mascador, no el opio) y el asesinato como una
de las bellas artes, al que mi maestro Guillermo
Cabrera Infante admiraba tantísimo, y con razón. Y que luego encarnó la
enorme Esperanza Roy en la película
que hizo su marido, Javier Aguirre,
a finales de los ochentas, y que siempre pensé que me gustaría escribir una
historia sobre esta especie de virago, que si hubiera habido ADN por entonces
hubiera sido un chico, y que seguramente no le gusta nada a Toni Cantó.
Pero sigo
con la agenda de marzo -que es el mes internacional de la mujer trabajadora, y
como decía Rosa Regás, cuánto,
cuánto han trabajado y trabajan las mujeres- y sólo de Asturias, por hoy: el 14
de Marzo, Rossy de Palma lee
fragmentos del Diario de Laura Freixas, inédito que publicará en
mayo Errata Naturae. Rossy, la musa cubista de Pedro Almodóvar que decía Paco
Umbral, está haciendo teatro en Italia, donde también triunfa, en la tele, Blanca Romero, que es asturiana y que
leerá, el 21, textos de su paisana Ángeles
Caso. Y aunque no me han dicho de dónde, y tiene una estupenda y larga y
premiada obra Angeles, me imagino
que Contra el viento, que fue premio
Planeta en 2009, y Las olvidadas, una
historia de mujeres creadoras, de 2005, no podrán faltar.
Ah: desde el
primer día, en que se presentará la bodega Carrasviñas, el personal brindará
con una empresaria de Pozáldez, la bodeguera Angela Lorenzo. Y otra cosa: ADN había, claro que había, en tiempos
de la Monja Alférez. Lo que no había era la manera de determinarlo, que no
hubiera sido posible sin los multiplicadores descubiertos por la bioquímica
española Margarita Salas, tan
reconocida en el mundo que sólo le falta el Nobel. A ver si en una de esas, que
ya está bien de disgustos.
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