Invitar
al otro a traspasar
nuestros límites
personales es indispensable para vivir una sexualidad placentera
aceptando que también vas a traspasar los suyos. Esto forma parte
del sexo. Es una entrega total y completa y durante las relaciones
sexuales ponemos alguna parte de nuestro cuerpo dentro del cuerpo del
otro como la vagina, el ano, la lengua, la boca, un dedo ... el
pene.
A veces
ignoramos que para algunos la actividad
sexual sólo supone violar el espacio de otra persona. Si en esta
situación no estás cómodo ... ni una buena erección ni que ella
lubrique bien va a ser
suficiente. Es necesario
estar presente emocionalmente y sentirse cómodo en esa situación
para informar a tu pareja de lo que estás sintiendo ... y si no
¿cómo puede el otro saber lo que estás experimentando?
Los
gustos son como los colores por eso hay personas que les gustan las
palabras, otras prefieren los gestos y otras intuyen que esa función
psicoerótica es tan completa que llena
por completo la experiencia
y no es necesario hablar. De todas formas para los adultos del siglo
XXI la mejor opción es la comunicación
verbal.
También
vemos en la consulta a pacientes que cuando hacen el amor dudan
en comunicarse, porque piensan que expresar eso que sienten les hace
vulnerables, lo que les asusta. ¿Qué es lo que les cuesta expresar?
Como terapeuta
me pregunto e investigo por qué no hablan del placer que
experimentan, o ¿es que esto contradice la imagen que tienen de sí
mismos como personas decentes y sanas? ¿Es que supone un
conflicto para la propia
imagen sentir el sexo en
su cuerpo?
Es
que sin comunicación
al sexo le falta
expresión ... y ¿qué
explica esta inhibición? Cuando el sexo es consentido es más cómodo
tener la seguridad de que esa violación del espacio del otro
terminará cuando acaben de hacer el amor. Y si los límites
personales no se respetan
fuera de las relaciones sexuales, va a ser dífícil bajar
la guardia durante la
actividad sexual. Si no existe una división de poder sana dentro de
la relación, el terreno sexual puede ser el único lugar dónde se
permitan decir que no.
Y podrían hacerlo de forma indirecta a través de un dolor de
cabeza, de una pelea, de experimentar un gran cansancio o de llevarse
trabajo a casa.
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Ana de Calle
Sexóloga y Terapéuta de Pareja
www.elsexoesvida.com
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