Caso
Urdangarín y sus derivaciones, informes sobre Mato, filtraciones policiales...
El Gobierno mueve ficha en la Justicia y la Policía: estudia una 'operación control'
> El Poder Judicial maniobra contra las investigaciones del juez del 'caso
Urdangarín'
jueves 14 de febrero de 2013, 10:08h
Auténtica
preocupación en el Gobierno por el nulo control que se tiene sobre grandes investigaciones
judiciales y sumariales en curso. Desde el PP se piensa que están poniendo al
Estado patas arriba por las filtraciones sobre la corrupción, que llegan hasta la
Casa Real. Se estudia una 'operación control' para que las cosas no se le vayan
de las manos a Rajoy en temas como el 'caso Urdangarín', el de Ana Mato, el de
Bárcenas y todo lo relacionado con el Gürtel y sus derivaciones. Creen -sin
pruebas- que Rubalcaba está detrás de todo y quieren separar a ciertos policías
de sus funciones, acusados de 'Rubalcabismo". De igual forma, algo se
mueve en el poder judicial.
La gota
que ha colmado la paciencia del Gobierno es el hecho de que el mismo día que se
fechó el informe de la Brigada Central de Blanqueo de Capitales y
Anticorrupción de la Unidad Central de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF)
sobre la ministra Ana Mato (1 de febrero), ese mismo documento apareció
publicado íntegramente por el diario El País. Y lo hizo, además, 24 horas antes
de que el presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, compareciera en el
Comité Ejecutivo Nacional de su partido para tratar el 'caso Bárcenas' y los supuestos
sobresueldos en el PP.
El
hecho es que el informe de la UDEF, publicado en fecha tan significativa,
torpedeó toda la estrategia de Rajoy, que con su intervención en abierto ante
la cúpula del PP esperaba desactivar la 'bomba Bárcenas' sobre los
sobresueldos. Por el contrario, el informe policial le abrió un nuevo frente
dentro de su propio Gobierno y ante la opinión pública, al poner en cuestión a
su 'ministra favorita', Ana Mato.
A
partir de ahí, los analistas policiales más próximos al Ejecutivo de Rajoy dicen
que las filtraciones, ya sean policiales o judiciales, no lo son por casualidad
y creen ver la mano del líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, en todo
este asunto. Ante esta situación, hay quien ha planteado una especie de 'caza
de brujas' al más puro estilo McCarthysta.
Atar en
corto a la policía
Por poner
un ejemplo, esos medios extremistas -conectados con un determinado sector
ideológico del Ejecutivo- ponen el dedo sobre el inspector Manuel Morocho, que es
quien firmó el último informe de la UDEF sobre la ministra de Sanidad, Ana Mato.
A este inspector se le intenta descalificar por el hecho de contar con una
medalla pensionada concedida por Pérez Rubalcaba cuando éste fue ministro del
Interior. Pero de la profesionalidad de Morocho no duda ningún policía demócrata,
que ven en todo este asunto un burdo intento de manejo de la UDEF para frenar
lo infrenable; es decir, las investigaciones sobre la corrupción política a
gran escala.
Ahora
bien, en medios populares reconocen que existe un amplio malestar en el
Gobierno -y también en el PP- por la actuación del ministro del Interior, Jorge
Fernández Díaz, del que dicen que no ha sido capaz de controlar nada.
Ahí
está la clave de la 'renuncia' hace menos de un mes del secretario de Estado de
Seguridad -auténtico 'número dos' del Ministerio-, Ignacio Ulloa, que dijo
abandonar el puesto por "motivos personales", y su sustitución por el
hasta entonces jefe de gabinete del propio ministro, Francisco Martínez.
Martínez, de quien dependen jerárquicamente Policía y Guardia Civil, llegó al cargo
con un encargo específico por parte de Fernández Díaz: controlar a los
servicios policiales especializados en anticorrupción.
En esos
medios, se afirma, aunque sin aportar pruebas, que la ministra de Sanidad, Ana
Mato, presionó a Fernández Díaz para intentar que el último informe policial
elaborado por la a unidad contra los delitos económicos contra ella y su ex
marido Jesús Sepúlveda no llegara al juzgado número 5 de la Audiencia Nacional,
el órgano que lo había solicitado. Así se ha publicado en algún medio de
comunicación, pero parece que la cosa fue distinta: Mato se habría quejado más
bien de las 'filtraciones', ya que los documentos que se elaboran en
anticorrupción acaba publicados en un determinado periódico nacional.
El caso de Mas y Pujol
En el
Ejecutivo, por tanto, existe una gran preocupación por las investigaciones y,
sobre todo, por las filtraciones sobre corrupciones diversas, porque creen que
están minando el sistema "que nos hemos dado" (será, más bien, el que
se han dado ellos). De ahí que quieran sancionar, por ejemplo, al secretario
general del SUP, José Manuel Sánchez Fornet, por repartir públicamente los
supuestos informes de la UDEF que publicó el diario El Mundo y que afectan,
supuestamente también, a las familias de Pujol y de Artur Mas.
Ahora
se ha sabido por qué la acción del SUP molestó tanto al Ejecutivo: gracias al supuesto
espionaje al que habría sido sometida la presidenta del PP catalán, Alicia
Sánchez-Camacho, los populares disponían de material de primerísima mano sobre
supuestos ingresos de dinero negro de Jordi Pujol Ferrusola en paraísos
fiscales. Los populares conocían este asunto desde julio de 2010, gracias a la
denuncia de la ex novia del hijo de Pujol, María Victoria Álvarez, a la propia
Sánchez-Camacho.
¿Era
una carta que se estaban guardando para sacarla en el momento oportuno? Ahora
nunca lo sabremos, porque la publicación por el diario El Mundo de unos
supuestos informes de la UDEF pudo desbaratar cualquier calendario... o al
contrario. Pero que el SUP diera los papeles a todo el mundo resultaba muy
preocupante, sobre todo porque se apreciaba que el Gobierno no controlaba a la
Policía y que podrían producirse filtraciones aún más comprometedoras.
Pánico por el 'caso Irdangarín'
El
policial es sólo uno de los frentes que tiene abiertos Rajoy. El otro frente,
más preocupante, es el judicial. No se trata sólo de la Audiencia Nacional, con
los casos Gürtel, Bárcenas u otros, sino un tema especialmente preocupante por
lo que afecta a la estabilidad del propio Estado como tal: el caso Urdangarín,
marido de la Infanta Cristina.
Hasta
ahora, el magistrado José Castro Aragón, del Juzgado de Instrucción Número 3 de
los de Palma de Mallorca, ha venido actuando sin cortapisas, pero cuando ha
querido extender sus investigaciones sobre Iñaki Urdangarín y el Instituto Nóos
a otros puntos más 'calientes' como Madrid, y cuando se ha visto que se podría
implicar en los pagos hasta a la Alcaldía madrileña, regida entonces por el hoy
ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, determinados medios del poder
judicial se han puesto sorpresivamente en marcha.
La
increíble reunión de la Comisión Permanente del pasado lunes
A ese
respecto, de 'increíble' han calificado medios judiciales la reunión -y los
resultados- de la Comisión Permanente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ)
celebrada el lunes 11 de febrero. Con los votos a favor de los hombres más
próximos a Alberto Ruiz-Gallardón (el presidente del CGPJ, Gonzalo Moliner, y
los vocales Antonio Dorado y Almudena Lastra) la Comisión llegó a un acuerdo
que, en realidad, pone trabas a la labor investigadora del juez José Castro. Al
acuerdo se opusieron los vocales Margarita Robles (progresista) y Manuel Almenar (conservador).
El
acuerdo de marras se gestó debido a la solicitud deducida de Castro Aragón de
comisión de servicio para la práctica en Barcelona de unas diligencias sobre el
caso Urdangarín. Y loas tres firmantes recabaron del juez que justificara las "circunstancias
excepcionales en que pueda descansar su petición", lo que podría
interpretarse como una advertencia al juez. Ya hemos señalado que a los tres
firmantes del acuerdo se les considera 'peones avanzado' del aún ministro de
Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón.
Con
relación a ese acuerdo expresó su voto particular discrepante Margarita Robles, por entender que "resulta procedente la concesión de inmediato
de la comisión de servicio solicitada, ya que el Magistrado justifica las
razones por las que entiende que no procede acudir a la fórmula del auxilio
judicial, dada la complejidad de la causa que está instruyendo".
Y añade
que el pedir explicaciones en los términos que hace el acuerdo de la Comisión
Permanente puede implicar la vulneración del secreto de las diligencias, al
tiempo que pone obstáculos a la actuación del instructor en relación con hechos
supuestamente ocurridos en distintos puntos del territorio nacional. Es decir,
que se llegue, incluso, al Ayuntamiento de Madrid en la época de
Ruiz-Gallardón, con lo que otro ministro de Rajoy sería puesto bajo sospecha.
Y también
el vocal conservador Manuel Almenar argumenta que, desde el momento
en que las diligencias están declaradas secretas, no se puede pedir mayor
aclaración y debería concederse la comisión de servicio en atención a las
circunstancias particulares que se indican en la solicitud, como habitualmente
se hace con otras solicitudes para la práctica de diligencias en el extranjero.