No es la primera
vez que tenemos a Italia de pareja de baile. Durante un tiempo bailamos solos,
pero ya estamos de nuevo emparejados, y no por buenas razones. Tanto es así que
hasta el euro se depreció. Bien es verdad que poco, pero también que esto acaba de empezar. Ayer, quien más o
quién menos tenía motivos para vender algo, y más si era español. "No podía
llegar en peor momento" dice en su editorial
de ayer Financial Times, pero como nadie da puntada sin hilo, y estos menos, el
fuego alcanza a Rajoy, igual que en su día apuntaba a Berlusconi, no tanto a
Italia. Pero eso es un consuelo limitado, porque no hay crónica que al
preguntarse sobre el futuro del Presidente del Gobierno, no haga de paso
referencia a la crisis institucional que asola a "casi todas las
instituciones".
Esto no tiene salida
fácil. Las agendas de algunos de los principales líderes del PP están siendo canceladas,
y la sensación que se percibe es la de un país sin rumbo, y sin alternativa. Una
crisis así va a precisar de algún temblor sísmico, y quien sabe si ha llegado
el momento de dejar lugar a un gobierno tecnócrata.
En esta ocasión la tradicional política del Presidente de esperar a que escampe,
podrá contar con el apoyo de algunos líderes europeos, pero va a ser muy difícil
de sostener mucho tiempo. ¿Quién va a decir ahora que un incremento de la prima
de riesgo no viene a causa de la crisis política?
Mi impresión es
que hay mucho más de cobardía y falta de transparencia que de corrupción, pero
que duda cabe que la presencia de notables sinvergüenzas lo emponzoña todo. O
no hemos tenido suerte, o tenemos lo que merecemos. A elegir.