lunes 04 de febrero de 2013, 10:14h
Vino Artur
Mas a Madrid a flamear su bandera del "derecho a decidir" a la vez que cumplía
su protocolo de visita de representante del Estado en Cataluña al símbolo de
soberanía previsto por el "derecho a decidir" de todos los españoles, incluidos
los ciudadanos de Cataluña. Pero ni en la plaza de toros sin techo de Madrid ni
en la plaza sin toros de Barcelona hay espacio disponible para practicar ese
estilo ambiguo de toreo. Con el gran chasco electoral a sus espaldas y con una
cuadrilla de Esquerra Republicana como auxiliar imprescindible, no podía soñar
con una lucida vuelta al ruedo. Porque el derecho a decidir ya estaba decidido
por la soberanía de todos los españoles, incluidos los catalanes, con la
Constitución vigente, como también estaba decidido que, en ejercicio de esa
democracia constitucional y no por ninguna otra fórmula legitimadora, Artur Mas
sea, mientras su cuerpo aguante, presidente del gobierno autonómico de una Comunidad
del Reino de España.
Lo que Artur
Mas llama "derecho a decidir" no es tal cosa, sino derecho a romper. Romper la
integridad de una nación no es derecho reconocido en ninguna Constitución
europea, por federativo que sea su sistema territorial. Tampoco en Norteamérica,
donde el presidente Obama contestó oficialmente a unos miles de ciudadanos que
tuvieron la ocurrencia de pedir la separación de Texas: "No existe derecho a
separarse ni por parte de Texas ni por ningún otro Estado". Como si fuesen
tejanos con barretina, alrededor de treinta mil personas de pocas luces se
dirigieron, a su manera, a la Casa Blanca, se supone que utilizando el español,
lengua cooficial tanto en Texas como en Cataluña, en favor de su independencia.
Les contestaron, como no podía ser de otra manera, que esto era competencia de
"las leyes y la Constitución de España". En cuanto a la Organización
Internacional de Naciones Unidas, la doctrina está asentada por la Resolución
1.514 (XV) de la ONU que dice: "usar la autodeterminación para romper la
integridad territorial de un país es incompatible con los principios de la
Carta de las Naciones Unidas".
No sabemos qué
Derecho Internacional habrá estudiado el peón de confianza de Artur Mas,
llamado Oriol Junqueras, para decir como dijo que "nuestra voluntad no deriva
de lo que digan los gobiernos y tribunales españoles, deriva de la voluntad de
los ciudadanos de Cataluña y del Derecho Internacional". La voluntad de los
ciudadanos de Cataluña forma parte constitutiva de una comunidad política
superior sobre la que deben decidir todos sus ciudadanos juntos, residan en
Cataluña, en Castilla, en Andalucía o en la emigración. Cataluña no solo es
española por razones jurídicas o sentimentales sino que es un componente
histórico creador como parte fundamental y original de España y de la presencia
hispánica en el universo, desde los Reyes Católicos recibiendo a Colón de
vuelta del Descubrimiento hasta la selección española de balonmano ganando el
campeonato del mundo en el Palau Sant Jordi. La España real y soberana de todos
los tiempos pesa, en todo lugar, mucho más que la retórica soberanista de ese
"pequeño rey" codornicesco que se cree
las manifestaciones que el mismo provoca y financia desde los oscuros
recovecos de una corrupta economía política sumergida y una economía oficial
deficitaria. Es por ello por lo que una Constitución Española ratificada por
todos sus ciudadanos, incluidos los habitantes de Cataluña; un sistema
comunitario europeo que exige la unanimidad de todos sus miembros para decidir;
unas potencias que no admiten el derecho a la separación y una ONU que
considera incompatible con su Carta "romper la integridad territorial de un
país", son como portazos en las narices de Artur Mas. Nadie puede considerar que
romper es un derecho, sea romper una nación o romper un cristal. A veces, en la
historia de la humanidad, se producen rupturas, pero nunca conseguidas con el
toreo de salón que practica Artur Mas, sin toros en la plaza y agitando el
trapo del "derecho a decidir" desde el burladero de su cargo institucional de
un Estado soberano al que juega a traicionar con unos modales que hacen difícil
saber ante quien está haciendo el "paripé", si ante las autoridades del Estado
o ante sus imprescindibles socios de Cataluña.
Ex diputado y ex senador
Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
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