domingo 03 de febrero de 2013, 09:08h
Nadie preguntó. Leyó un comunicado
perfectamente redactado. Se le vio en un monitor durante la lectura y cortaron.
Nadie preguntó.
El control que ejerce la prensa es un
derecho constitucional y ningún cargo electo puede sustraerse a él. Cada vez
que el presidente no comparece, nos daña.
Nadie preguntó. Nadie puede preguntar al
presidente Rajoy.
Bárcenas, como tesorero, recaudaba para el partido. Le llegaba más dinero
del que su contabilidad oficial toleraba.
Un partido tan grande tiene necesidades. Muchos
pueblos a los que llegar, muchos apoyos que recabar, voluntades que convencer e
intereses que conciliar. Mientras Bárcenas mantuviera cristalina la
contabilidad de Génova, los otros dineros podían destinarse más provechosamente
a la periferia.
Lo hizo a conciencia y el partido popular
creció hasta más de 700.000 afiliados y 9.000.000 de votantes. Nadie preguntó. Aquello
había pasado porque estaban convenciendo a España.
Nadie preguntó quién ofreció los viajes,
quien alquiló los autobuses que llenaron de gente todos sus mítines. Nadie
preguntó cuánto costaron las cenas en cualquier rincón de España para promover
el voto por el PP.
Nadie preguntó nunca con qué dineros se
costearon centenares de virales por la red o las incontables campañas de social
networking en cualquier ciudad con internet. Nadie preguntó por los millones de
litros de gasolina consumidos en repartir panfletos por toda España. Seguro que
los voluntarios pusieron el trabajo y las ganas, pero todo lo demás lo puso el
partido.
Nadie preguntó por qué una concejala
necesita un millón y se lo prestan en metálico. Nadie preguntó por qué los
recibos se redactaron y firmaron en pedazos de papel sin membrete ni sello.
Nadie preguntó quiénes eran los proveedores
de la empresa encargada del montaje de cada convención, de cada mitin. Nadie
preguntó cómo se pagaron los miles de cuñas hasta en la emisora más apartada o
los millones de globos azules y blancos con que abrían todos los telediarios.
Nadie preguntó cómo un alcaldable de
cualquier pueblo conseguía una foto con el Candidato o intervenir en determinadas
televisiones. Nadie preguntó cómo el PPCV "convidó" a Congreso Nacional para
aclamar a un Mariano necesitado de apoyos vinieran de donde vinieran.
Nadie preguntó cómo se pagaron miles de billetes
de avión y de tren, coches alquilados, chóferes. Nadie preguntó por las
comidas, las cenas, los habanos o el Lagavulin. Nadie preguntó quién pagaba el
alojamiento de miles de seguidores o sus desayunos.
Nadie preguntó cómo se costeaban ejércitos
de azafatas fijas e itinerantes. Nadie preguntó quién las seleccionó o qué
empresa suministró los uniformes.
Nadie investigó el origen de las plumas,
gemelos, relojes de cortesía y demás gastos de representación. Nadie preguntó
cómo se pagaron camisetas, millones de sombreros de paja, llaveros y tazas. Nadie
preguntó por los cáterin, por las copas de vino español, por las cervezas con
periodistas. Nadie preguntó por las tarjetas prepago de los móviles.
Nadie preguntó cómo se pagó al redactor de
los textos de los pasquines de Villacastín de Gállegos -inventado- ni cómo
podían los candidatos de toda España, tener foto, afiche, cuña, himno con
megafonía y capacidad para invitar a Cualquier
Famoso a sus fiestas locales.
Nadie preguntó por los fondos para las
capeas y paellas populares o para tanta valla publicitaria. Nadie preguntó quién
pagó las decenas de miles de peajes acumulados a lo largo de los años. Nadie preguntó
cómo se sufragaron los cafelitos de centenares de amigos y simpatizantes en las
paradas a repostar. Nadie preguntó quién montaba las magníficas fiestas del PP;
se llenaban y era suficiente.
Así que nadie preguntó.
Nadie preguntó qué transportista se encargó
de los más de dos millones de litros de zumo de naranja que repartieron en
campaña. Nadie preguntó quién limpiaba cuando todo acababa o quién suministraba
las naranjas. O quién lo pagaba.
Nadie preguntó por los millones de
botellines de agua repartidos sin control.
Nadie preguntó por sellos de correos en
millones de cartas con propaganda del PP, nadie por sobres, folios o
impresiones a color de todas las comunicaciones no subvencionadas.
No preguntar es no saber, pero no saber no
exime de responsabilidad.
Nadie preguntó. No estaba prohibido, pero
nadie preguntó.
Un día será peor, un día se nos olvidará por
qué tenemos que hacer preguntas.