Jamás compareció
Mariano Rajoy ante auditorio tan
interesado. Nunca una aparición política, televisada en una mañana de sábado,
provocó tal expectación. El presidente del Gobierno y del PP se mostró enérgico
en desmentir que haya cobrado o repartido alguna vez dinero 'negro'.
Y yo, en lo personal, le creo. Tengo que lamentar mucho, no obstante, como
periodista, haberme tenido que conformar con su explicación en un discurso ante
los dirigentes de su partido, sin que ni yo ni mis colegas hayamos tenido la
posibilidad de hacerle algunas preguntas, que para eso nos pagan y esa, tratar
de poner luz en la oscuridad, es la misión que le está encomendada al llamado 'cuarto
poder'. Y, para mí, quedan muchos puntos que se mantienen poco claros, y
que me hubiera encantado trasladar a Rajoy.
Sospecho que muchos de mis colegas compartieron este sábado
mis sentimientos. Rajoy estuvo convincente en lo que a él respecta, e incluso
estuvo convincente en lo que se refiere a lo que él cree que ocurre en su partido.
Pero ¿sabe Rajoy todo lo que ocurre y, sobre todo, ha ocurrido en su partido?
Y esa es la primera de una larga serie de preguntas que
pueden ocurrírsele a uno...y que, de momento, no tendrán contestación. Por
ejemplo: ¿Se puede acaso producir una conspiración, una conjura, contra un
Gobierno que ha llegado legítimamente al poder a través de las urnas y que esa
conjura pueda tener éxito sin más? ¿Es posible, a través de unos "papeles
apócrifos" (sic), llegar a derrocar a un Ejecutivo? ¿Hay pruebas de que
esos papeles, publicados como buenos por los medios de comunicación, son
realmente apócrifos? Se supone que el PP ha iniciado una investigación acerca
de la procedencia y veracidad de esos 'papeles
Bárcenas',
suponiendo que sean autoría del ex tesorero 'popular': ¿por dónde
van tales investigaciones, hacia dónde, hacia quién, apuntan? ¿Puede el señor
Rajoy certificar que los demás bajo sospecha, o bajo calumnia si se quiere, están
tan exentos de cualquier culpa como él?¿Se comprometen igualmente los otros
nombres que aparecen en tales 'papeles' a mostrar a la ciudadanía
sus declaraciones de la renta y patrimonio?
Comprendo que no es el momento de dar lecciones de
democracia. Pero, ya no solamente como informador, sino como ciudadano de a
pie, creo que debemos pedir algo más que una intervención, desgarrada e
indignada, sin duda sincera, ante el atril del comité ejecutivo del partido que
nos gobierna. Si se ofrece transparencia, hay que comenzar por sufrir la
andanada de las preguntas, afortunadamente siempre molestas, de los
periodistas. Error, pues, de comunicación en una formación que prefiere
demandar a algunos medios -lo cual es muy legítimo, aunque me parece que
inadecuado-que desmontar de manera fehaciente sus informaciones, que
elige reprochar al líder de la oposición sus críticas --que llegan más
bien con sordina, dicho sea de paso-antes que ofrecerle un severo pacto
anticorrupción. Adiós, pacto, adiós.
Repito que yo tiendo a creer a Rajoy porque aprecio sus
cualidades tradicionales de honradez y creo, pese a todo lo que ha tenido que
desmentirse, en su palabra. No tengo por qué creer a todos en su entorno, a
menos que me convenzan. Ni tengo por qué aceptar, de otro lado, lo que me
cuenten algunos 'papeles' cuya procedencia, lo admito humildemente,
aún desconozco, aunque tenga mis sospechas. Es decir, me ocurre lo mismo que,
me parece, a otros muchos españoles: que estoy perplejo, sin saber muy bien qué
pensar, pero al borde de la indignación, porque no sé si me engañan o me
manipulan. Pero no estoy dispuesto a tragarme, así, sin más, historias de
conspiraciones, ni de operaciones malévolas, ni de tiroteos de papel sobre políticos
esforzados y sacrificados. Como no estoy dispuesto a comulgar con ruedas de
molino que tienen forma de apuntes contables, a menos que me demuestren su
certificado de origen.
Ya sé que es el que acusa quien tiene que probar sus
acusaciones, no el acusado quien tiene que probar su inocencia. Sin embargo, el
clima político nacional es tan asfixiante, el desprestigio de la clase política
en general ha alcanzado tal nivel, que no basta con vagas promesas, o amenazas,
de que "este partido no va a quedarse de brazos cruzados". Hay que
ir más lejos, desmontar una por una las acusaciones, dejar a la opinión pública
satisfecha con las explicaciones, con una nueva era de transparencia.
Y no, no hay transparencia en la actividad política
española, y lamento que Mariano Rajoy no se aplicase, al menos, esta autocrítica.
Claro que tampoco tuvimos los informadores, convidados de piedra a través de un
circuito cerrado de televisión, oportunidad de hacer esta o cualquier otra
observación. Lástima, porque ya digo: nos va mucho en que a Mariano Rajoy le
salga bien este endiablado envite. O, si él lo prefiere, todos dependemos no
poco de que venza a lo que él ya se ve que considera una conspiración. Este sábado
su pelea contra la que él proclama como falsedad no fue suficiente.
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