¿Adelanto electoral? Dios nos ampare...

Comprendo la indignación de la gente ante lo publicado por algún periódico, aunque ha de advertirse que aún quedan muchas, pero muchas, cosas por aclarar y precisar. No seré yo quien tire la primera, ni la segunda, piedra al estanque de un Partido Popular que ya tiene demasiadas ondas. Son necesarias explicaciones, y sospecho que las habrá; medidas caiga quien caiga, por supuesto. Sanciones ejemplares a quien corresponda, en la medida de lo legal y moralmente posible, desde luego. Pero yo, en estos momentos, estoy más cerca de Rubalcaba pidiendo más explicaciones que de Cayo Lara, que exige nada menos que la dimisión, así, sin más, de Mariano Rajoy, y un adelanto electoral.

He pedido, y pido, reformas de calado, un gran pacto entre los partidos nacionales, un cambio de mentalidad en los sindicatos, cambios en la Constitución...Una nueva era política, ni más ni menos. Pero creo que sería un enorme error plantear ya la dimisión del jefe del Ejecutivo y la convocatoria de nuevas elecciones. Ello solamente serviría para debilitar al país precisamente cuando más débil se encuentra. Creo, más bien, que es hora de fortalecer las instituciones y al propio Gobierno, a base de depurar, eso sí, lo que haya que depurar -que no creo que sea la figura del presidente, por cuya honradez yo sigo apostando--. Me parece que es el momento de arreglar las cañerías, no de demoler el edificio para construir quién sabe qué a cambio.

Conviene, llegados a este punto misérrimo, no perder los nervios. A Rajoy, que no parece haberlos perdido pese a la que le está cayendo, y a Rubalcaba, que está conteniendo la presión de su propio partido, hay que elogiarles, al menos, la templanza que están mostrando en estos momentos en los que la crisis política es más bien tormenta, ya que no puedo elogiar sus reflejos políticos. Solamente pido que no queden zonas de incertidumbre, que no se abran espacios para la sospecha ciudadana en el sentido de que, en el fondo, se trata de crear comisiones y más comisiones para, como decía Churchill, evitar que se destapen del todo los escándalos, para que ese inmenso pacto nacional de silencio ominoso, se mantenga y, si posible fuera, se eternice. Son ellos, los que, con justicia o sin ella, aparecen en 'los papeles', quienes tiene que evitar este riesgo a toda costa.

Enorme, enorme, la responsabilidad de quienes ostentan en estos momentos la representación de nosotros, los españoles. No sé si simplemente demandando a los mensajeros se va a poder solucionar la cosa. Sospecho que no es eso, no es eso.

fjauregui@diariocritico.com