Hay un fantástico dicho que reza:
"Éramos pocos y parió la abuela" A buen seguro debe de estar rumiando dicho
rezo el rey don Juan Carlos cuando se ha enterado de que Henar, la tía carnal
de su nuera, anda por ahí tuiteando proclamas contra la monarquía.
Obviamente la tía Henar tiene
todo el derecho del mundo a decir lo que piensa. Si es contra la derecha, la
iglesia y la monarquía, además, caerá más simpática. Nada gusta más en este
país que un buen progre y la tía Henar, lo es.
Cuando Leti casó con el príncipe
debió de dar tantas palmas la tía carnal que, a buen seguro, todavía le duelen.
Ya se imaginaba ella posando con las caris de turno, josemis varios, tomando té
y pastas en el Ritz y acudiendo, cómo no, a los premios Telva como una
celebritie más, una Antoinette de Mónaco (¿recuerdan a aquella adorable
viejecita hermana de Rainiero?) Se imaginaba ella rodeada del glamour de la
capital y de hecho hizo sus pinitos posando con la baronesa Thyssen, sonriendo
ante las cámaras excusándose con vocecita: "no voy a hacer declaraciones" Todo
muy estudiado de muchos años pegada a la pantalla del televisor. Era su
ocasión, su momento. ¿Qué mejor excusa que presentarse ante todos como la tía de
la princesa? Ahí es nada. Pero todo quedó en agua de borrajas. La sociedad
madrileña de copetín no es fácil. Es rancia y no abre las puertas a cualquiera,
mucho menos a una advenediza con ínfulas de grandeza.
Nunca fue invitada a los Telva,
jamás posó para Hola en la portada (la hubiera degollado su sobrina) y la
princesa (ahí he de reconocerle el acierto) nunca ha dado tregua a que los
allegados en la familia suban más peldaños de los necesarios. El caso es que al
tía Henar, ni socialité, ni plongeones a tutiplén en el Ritz ni nada que se le
parezca. Y no sólo eso; además arrastra unas deudas con sus antiguos
proveedores que han llevado a su madre, la abuela de Letizia, a hipotecar la
casa de Sardeu. Ahí es nada.
Y, pensando que le ha salido el
tiro por la culata y no habiendo logrado sus objetivos, qué mejor manera que
demostrar en público el berrinche que tuitear a diestro y siniestro, obviedades
que recibirán el beneplácito de cuanto friki y troll haya en la red. Y ahí la
tienen, hecha una sindicalista de izquierda, atacando duramente la institución
que representa como consorte su sobrina e intentando vender, supuestamente,
unas fotos de la primera boda de esta, al programa Sálvame por 600 mil euros.
De traca.
¿Apuestas a que dentro de nada se
sienta en un plató? Ni en las peores pesadillas de don Juan Carlos hubiera
imaginado tanta podedumbre. Me está hasta dando pena, fíjense.
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