Un hombre clave aunque no guste
sábado 26 de enero de 2013, 11:00h
Ayer,
26 de enero, se cumplieron 148 años del nacimiento de Sabino Arana
en la República de Abando. Dentro de dos años se cumplirán 150 de
esta fecha, un número redondo para recordar, como Dios manda, a un
hombre polémico y clave que a nadie deja, ni dejó indiferente.
Es
curioso que los llamados héroes nacionales gozan en las sociedades
democráticas de general consenso. Cuando se suele explicar las
historias de esos países aparecen como referencias intocables. No es
el caso de Sabino Arana. Y la explicación puede estar en que fundó
un partido, eje del país, que sigue en activo y es el mayoritario y
por tanto hay que combatirlo y porque en Euzkadi hay partidos que no
tienen obediencia vasca. El PSE y el PP, así como UPyD, son partidos
españoles con su sucursal en Euzkadi, todo lo arraigados que usted
quiera, pero con sus puestos de mando en la calle Ferraz y en la
calle Génova de Madrid. Y sus referencias son Pablo Iglesias y
Manuel Fraga.
Sin
embargo hay otras fuerzas nucleadas alrededor de lo que llaman la
Izquierda Abertzale que no solo adversan o silencian al fundador del
nacionalismo sino que tratan de tergiversar su obra. Tras
haberse pasado cincuenta años
apoyando la violencia de ETA, hoy siguen sin reconocer abiertamente
que fue Sabino el enunciador de lo que había
de ser la Patria Vasca dándole
la conformación de un estado con su nombre, Euzkadi; su bandera, la
ikurriña; un himno, el Eusko Abendaren Ereserkia; una conformación
de país con los siete territorios, una moral de combate y todo eso
condensado en un lema de cuatro palabras: Euskotarren Aberria,
Euzkadi da. Si los creativos de la campaña de la Coca Cola con dos
palabras lanzaron al ruedo el mejor slogan del mundo: "Beba Coca
Cola", Sabino Arana, mucho antes, descubrió la fórmula de la Coca
Cola: "Euskotarren Aberria, Euzkadi da".
Sabino
Arana, con esa vis divulgadora que tenía, comenzó su obra
escribiendo cuatro glosas histórico-patrióticas dedicadas a las
batallas de Padura, Otxandio, Gordexola y Mungia a las que llamó
"las cuatro glorias patrias". Al poco las recopiló en un librito
al que tituló "Bizkaya por su independencia". Aquella
publicación cayó en el recoleto Bilbao de la época como una piedra
en un estanque de tal forma que un grupo denominado "los
euskalerriacos" quisieron saber de qué iba aquello y le invitaron
a una apari-merienda en el Txakolí de Larrazabal cerca de Begoña.
¿Quiénes eran los euskalerriacos?. Pues unos señores foralistas,
conservadores y no nacionalistas porque el nacionalismo vasco lo
estaba fundando aquel joven de Abando que tenía a la sazón 28 años.
Se reunían en la botica de Cortina en el Casco Viejo y cuando Sabino
les contó de que iba su libro y lo que pretendía la mayoría se
asustaron y le dieron la cena al pobre Arana y a su hermano Luís. Se
hacían llamar euskalerriacos, de Euskal Herria, ya que ésta
lógicamente existía y existe como apelación lingüística,
geográfica y cultural, pero no política. La apelación política
vino con Sabino cuando dijo que "Euzkadi era la Patria de los
Vascos" y que esta patria iba desde Santoña al Adour y por abajo
hasta el límite de Navarra con Rioja y Aragón. Ese fue el invento
revolucionario y ese fue el gran salto histórico para iniciar una
larga marcha y tratar de lograr algo que salvo con el reino de
Navarra, jamás habíamos tenido, la estatalidad. Y lo llamó
Euzkadi, no Euskal Herria. Para la defensa de ésta ya estaban los
euskalerriacos. También es verdad que contemporáneos suyos opinaban
de forma distinta.
"En
esa poesía
mecí yo los sueños de mi adolescencia, y en ella los meció aquel
hombre singular, todo poeta, que se llamó Sabino de Arana y para el
cual no ha llegado aún la hora del completo reconocimiento".
Esta
significativa frase no fue pronunciada por ningún
defensor del nacionalismo vasco. Salió de los labios de Miguel de
Unamuno. Efectivamente, a pesar de las disputas personales y de sus
diferencias ideológicas, Unamuno supo reconocer la gran talla humana
de Sabino. Una humanidad que fue un revulsivo para las dormidas
conciencias de sus compatriotas. El Pueblo Vasco acababa de salir de
la segunda guerra carlista; estaba derrotado y desolado; la creciente
industrialización había traído grandes contingentes de
trabajadores de España. Éstos, movidos por las infrahumanas
condiciones de vida y trabajo, fueron acercándose al socialismo. Un
socialismo reivindicador de mejoras personales pero fomentador de
ideas españolistas. Muchos vascos se acercaron también a estos
partidos de ámbito español.
Sabino
rompe estos moldes. Frente a las ideas españolistas
él difunde el amor a la patria de los vascos. Frente a las ideas
anticlericales. Sabino proclama su religiosidad por encima de todo.
Frente la represión del idioma vasco opone su concepción de que la
lengua es el vínculo más fuerte de una comunidad. Frente a la
opresión del patrón defiende el derecho a la huelga del obrero, y
frente al caciquismo, la lucha social. Ante el desamparo político,
crea y extiende el Partido Nacionalista Vasco, un partido con
ideología vasca y poder decisorio propio. Un pueblo en marcha.
Le
acusaron de racista, pero Sabino no lo era porque nunca proclamó
la superioridad de la raza vasca frente a los de fuera; tan sólo
subrayó que era diferente,
pues habían vivido siempre en el mismo sitio. No quería
mandar sobre nadie, tan sólo que dejasen a los vascos gobernarse a
sí mismos. Esto quedó claro también con su postura
anticolonialista. Criticó, a pesar de su afán religioso, a la
Jerarquía Católica por salirse de los cauces de su obligación.
Para él, el poder religioso y el civil debían estar perfectamente
diferenciados.
No
era fácil
desanimarle. Editó periódicos y revistas, además de varios libros,
todo ello sobre temas tan variados como lingüística, sociología,
política, historia, poesía, bellas artes y ciencias. La expresión
de sus ideas le acarreó varios procesamientos, dar con sus huesos en
la cárcel en dos ocasiones y además el exilio.
Sabino
se propuso que su movimiento no fuera superficial. Quiso que las
raíces
del nacionalismo se adentrasen profundamente. Así, trató de
modificar el país desde dentro: fundó el Euzkaldun, abrió
batzokis, creó el Centro Vasco, hizo llegar a su gente a la
Diputación y al Ayuntamiento, etc.
Quizá
el golpe más duro fuera el constatar, ya al final de sus días, que
para los nacionalistas no se respetaba ninguna ley. Se les permitía
presentarse a las elecciones pero, una vez conseguido cierto poder
municipal, se les privaba del derecho a ejercerlo; se
les
permitía abrir un periódico nacionalista pero éste podía ser
clausurado por exponer precisamente esas ideas nacionalistas.
Cualquier
día,
a cualquier hora, en cualquier lugar, vemos escrito u oímos el
nombre de Sabino de Arana y Goiri. Unas veces para alabarle, otras
para criticarle. Sin embargo, son pocos los que se han preocupado de
estudiar quién fue realmente este singular personaje, qué
circunstancias históricas le rodearon y cuál fue su idea y su obra.
Sabino no fue un "superhombre"; fue, sin duda, un hombre
especial, para algunos un "gran hombre", pero al fin y a la
postre un hombre. Y como tal con sus aciertos y sus errores. Han sido
estos mismos aciertos y errores los que han traído hasta nuestros
días la figura de Sabino y su obra, una obra que tiene ya 118 años.
Murió
Sabino el 25 de Noviembre de 1903, pero en esa fecha no murió ni su
obra ni su espíritu. Este fue recogido fielmente por unos discípulos
que, al igual que Sabino y guiados por él tuvieron claro el ideal de
ver a su patria libre y quisieron crear una sociedad justa. Pero el
trabajo no se les presentó fácil y tuvieron que sufrir penalidades
sin fin, incluso una nueva guerra, siempre en defensa de su patria:
Euzkadi.
Los
hombres que con Sabino se comprometieron a liberarla, educaron a su
hijos en el mismo ideal y son éstos,
y los hijos de éstos y sus nietos quienes continúan hoy al frente
de la lucha, en la confianza de que pronto todos los deseos de
libertad se vean hechos realidad en un lema de cuatro palabras.
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (1)
17373 | Cuquiña - 26/01/2013 @ 19:47:54 (GMT+1)
Hoy recuerda vd. a Sabino Arana, de cuyas ideas separadoras ha nacido, seguramente a su pesar, una legión de asesinos para luchar por sus ideas. Si supiera en lo que ha producido su obra se horrorizaría seguramente. Hoy de quien hay que hablar es de Gregorio Ordóñez, un hombre valiente que luchó contra Eta, cosa que nunca ha hecho vd. ni sus gentes del PNV, y le costó nada menos que la vida, él si que ha sido un héroe, él sí que ha sido un defensor de la libertad, y espanta ver como sus asesinos están compadreando con vds. y gobernando gracias a Zapatero y su tribunal gregario en el País Vasco. Honor a un hombre íntegro y decente y vergüenza para sus detractores.
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