Lloramos al nacer y cada día que vivimos
nos demuestra por qué. No es mío, es una máxima china con la que más de uno
estará en estos momentos más que de acuerdo.
Ya sé que llevo una temporada de
lo más pesimista, pero oigan, con los datos de la EPA de esta semana, los
hogares sin recursos, los parados de larga duración, la evasión de capital
humano, la corrupción... ¿sigo? Pues eso, y la norma ahora es colmar todos los
soportes de optimismo premeditado, cosa que ya cansa.
Te ponen un anuncio de embutidos -ojo,
riquísimos- que te cuentan el currículum apoteósico de un país, éste, que fue
envidiado; lees un informe de un colegio de economistas sobre la actividad
emprendedora en España que te levantas con ganas de ir al registro mercantil en
chándal y dar un puñetazo en el mostrador para decir: "vengo a apuntarme"; y
justo en ese momento decides coger un libro que te habla de cómo transformar
España y te recuerda con un magnífico "pudimos" que en su día tuvimos talento
para los negocios, las exportaciones e incluso la innovación, casi nada. Y para
colmo los responsables políticos de la región, y del país, te van diciendo que
esto de la crisis va llegando a su final, que el 2013 pasa en un suspiro y
antes de que te des cuenta estás en 2014 con las pilas cargadas.
Pero miren, llevo con la sensación esa de
que lo peor ha pasado ni se sabe la de tiempo, y siempre vuelve la colleja. Y
es que llega en una semana en la que los datos de la EPA rozan los seis
millones de parados, y descubres que no somos más porque la gente ha perdido la
esperanza de encontrar un empleo, que se suman a los 125.000 jóvenes que han
salido del país en los últimos tres meses. Y además resulta que en los últimos
días has pasado dos veces por las oficinas del paro, una de acompañante y otra
de titular, por si te habías quedado con ganas de más.
Admiro a los emprendedores, de verdad,
porque hacen suya la famosa frase de Albert Einstein cuando afirmó aquello de
"como no sabía que era imposible, lo hice", y porque deciden salir de la llamada
zona de comodidad o protección que denominan los teóricos en el tema para
embarcarse en la aventura de comenzar "una obra, un negocio, un empeño,
especialmente si encierran dificultad o peligro", que así lo describe la Real
Academia Española, pero no pongamos todas nuestras esperanzas en ellos porque
en España el temor al fracaso sigue siendo muy alto.
Y no digan que la gente no encuentra
trabajo porque está desmotivada, porque la gente lo que está es desesperada, y no
digan que lo que se necesita es confianza y optimismo, lo que se necesita es
estímulo y sobre todo trabajo, propio, autónomo, ajeno, dependiente,
indefinido, temporal, da igual. Meter dinero -que es igual a comida- en casa.
Así es como se motiva, se da confianza y se genera optimismo.
Javier D. Bazaga
Periodista
@jdbazaga