martes 22 de enero de 2013, 22:42h
Aunque
muchos lo pongan en duda, hay algunos días en los que los medios de
comunicación son un fiel reflejo de lo que está ocurriendo en la
sociedad. No siempre es así. A veces la actualidad está salpicada
de intereses mediáticos, de trampas, de ejercicios de manipulación
y entretenimiento gestados por los partidos y sus voceros que
conforman una realidad bastante alejada de las preocupaciones reales
de los ciudadanos. Tras el coñazo de la prima de riesgo y las
demagogias sobre los deshaucios y la privatización de la sanidad,
ahora le ha tocado el turno a la corrupción. Aquí hasta el más
tonto hace relojes. y descubren, como si fuese algo nuevo, que buena
parte de los políticos españoles cobraba sobresueldos en dinero
negro. Pues vaya novedad. Como todo quisque. Que lance la primera
piedra aquel que esté libre de haber pagado al fontanero, al albañil
o al chapuzas de turno sin factura alguna. Al fin y al cabo, los
políticos son solo un reflejo de la sociedad y en esta sociedad se
considera un héroe a aquel que ha evadido mayores sumas al fisco,
aquel que ha sabido defraudar sin que los inspectores revisen sus
cuentas. De hecho, cuando en los años ochenta del pasado siglo
surgió la figura emblemática de Juan
Guerra como paradigma
del pillo institucionalizado, eran muchísimos los que le defendían
alegando que ellos hubieran hecho lo mismo. Juan
Guerra salió
inocente de la mayoría de sus cargos y ello dio pie a que en los
siguientes años aparecieran nuevos juanesguerra a lo largo y ancho
de nuestra piel de toro, desde Marbella a Galicía, desde Valencia a
Barcelona, desde Madrid a Castellón de la Plana, desde Toledo a
Bilbao y desde Murcia a Cantabria. ¡Tonto el último!
La
clave del problema no está en que haya corrupción, que siempre la
ha habido y habrá como la hay en Francia, en Estados Unidos o en
Rusia y parece ser algo consubstancial con el poder ya sea
dictatorial o democrático. La clave es que la Justicia, tan
diligente cuando se juzga a alguien que ha robado una gallina, se
eterniza a la hora de instruir los casos en los que están implicados
personajes de la vida política. ¿Cuántos políticos han sido
condenados en los últimos treinta años por corrupción? Se pueden
contar con los dedos de una sola mano. Eso es lo verdaderamente
impresentable. La Justicia, si queremos que sea justa, debe ser
rápida en sus decisiones y no debe estar mediatizada por nadie, y
mucho menos por el poder político. Porque al final llegaremos a lo
que Alfonso,
el hermano de Juan
Guerra, anunció en
su momento, la muerte de Montesquieu
y la llegada de una
pseudo democracia en la que los ciudadanos están de meros
espectadores, con voto, pero sin voz y sin poder alguno.¡Tonto el
último!
Al hilo de esta reflexión no me gustaría dejar
pasar unas declaraciones realizadas por el consejero de Justicia e
Interior de la Junta de Andalucía, Emilio
de Llera,
quien ha mostrado su preocupación por la salud de su compañera,
Mercedes Alaya,
las jueza instructora del Caso de los EREs fraudulentos, quien, como
todos ustedes sabrán, se encuentra de baja por enfermedad desde hace
unos meses. Sería algo encomiable si no fuera porque la Junta ha
tratado por todos los medios de apartar del caso ERE a la jueza
Alaya. "Como consejero de Justicia -afirma- lo único que me
debe preocupar y de lo que me ocupo es de la dotación de personal
auxiliar y funcionarios a ese juzgado vista la sobrecarga de trabajo
que tiene, y la decisión de desdoblar ese juzgado, crear un Juzgado
6 bis o poner tres jueces compete a las autoridades judiciales. No
obstante, ha defendido que, pensando como compañero de carrera -de
Alaya- que soy, la pobre juez que está enferma no puede estar
presionada con que tengo que volver, tengo que volver, sino que hay
que dejarla que se cure tranquilamente y cuando se cure que vuelva a
su juzgado". Ja, que me parto y me troncho. De Llera, como
Griñán
y todo el PSOE andaluz. está deseando que Alaya
pida la baja
definitiva para que deje el caso en manos de otro magistrado menos
belicoso y mucho más moldeable a las presiones del poder. Lo dicho
¡Tonto el último!
¿Cuál es la consecuencia de todo este
maremagnum de denuncias por corrupción que llenan los medios de
comunicación durante las últimas semanas? No es la rebelión de las
masas ni las protestas masivas de los ciudadanos. Es el puro
pasotismo. El electorado, acostumbrado ya a estos manejos ladinos, se
conforma con criticar en la barra del bar, hacer chistes, poner verde
y llamar "chorizo" al político de turno, sobre todo si
éste no pertenece al partido al que él votó, y poco más. Sobre
todo porque, en el fondo, a casi todos nos hubiera gustado, y mucho
más en las actuales circunstancias, tener un tesorero como Bárcenas
que nos diera cada
mes un sobre con miles de euros en dinero negro. ¿O no es verdad?.
¡Tonto el último"