Escuchar la historia de Alex
De la Cruz es como estar ante una película. Su vida, rodeada de vicisitudes, lo
ha hecho un hombre fuerte que puede mirar de frente a pobres y ricos.
Nació en Colón, una
importante ciudad de Panamá, conocida como la antigua zona del puerto. Sus
padres se divorciaron siendo él un niño de corta edad, por lo que fue a vivir
con su padre y sus dos hermanos a casa de su abuela, un hogar humilde del que recuerda
cada momento con inmensa felicidad.
A los 10 años, su madre,
quien se había mudado a los Estados Unidos y estaba casada con un norteamericano,
mandó a buscar a los niños para que pasaran vacaciones con ella. Los hermanos De
la Cruz nunca más regresaron a vivir en Panamá.
Padre sustituto de sus hermanos, a los 17 años
El tiempo transcurrió entre la escuela
secundaria y la universidad, hasta que la situación en el hogar se torno insostenible,
por lo que
Alex, de 17 años, decidió salir del hogar y seguir su camino en
soledad. Al tiempo le informaron que su madre había tenido que ausentarse del
hogar por problemas de salud, y es así como decidió asumir el rol de padre de
sus pequeños hermanos.
"Fueron años muy difíciles. Tuve que trabajar mucho
para mantener a mis hermanos, limpié botes y yates, y un buen día compré
alarmas contra incendio, que instalaba en las casas de la zona. Esto me dio
algo de dinero para comenzar a crecer. Tuve que representar a mis hermanos y
hacer que estudiaran, todo sin autorización legal. Hicimos lo que teníamos que
hacer, y hoy estoy muy orgulloso de ellos. El menor es el gerente regional de Sun
Glass Hut y con quien mantengo una relación cercana", dijo.
Posteriormente, su
madre reapareció en Miami, recluida en un sanatorio, recuperándose, por lo que
decidió trasladarse con su hermano hasta la casa de sus tíos, en Miami, con
quienes inicia una sociedad.
"Se trataba de una empresa de servicios a los
cruceros. Trabajé como vendedor, ganando 200 dólares semanales. Pronto mis tíos
me ofrecieron una pequeña sociedad, donde puse algo de mi pequeño capital. Con
tiempo y trabajo, me convertí en el dueño de 50% de las acciones. En 2004, las vendí
por 150 millones de dólares", explicó.
"He tenido diferentes negocios, incluso de
comercio internacional, pero hay uno que especialmente me hubiese gustado que
funcionara, tanto por la inversión en dinero como por el gran aporte a la
humanidad: Se trata de un dispositivo para evitar que la nicotina invada el
cuerpo de los fumadores. No pude contra las grandes empresas del tabaco, pero
sé que algún día será el gran negocio médico, social y comercial. Luego, vino
una gran inversión inmobiliaria, que me dejó excelentes beneficios, y decidí
que mi meta era ayudar a la gente más necesitada".
Un creador
de sueños que trabaja con pasión
Alex De La Cruz recuerda que su padre lo llevó
a los 9 años hasta la Cruz Roja de Panamá, y desde esa época trabaja como
voluntario, entendiendo que es parte de la labor de buen samaritano que hoy
desarrolla.
"A los 30 años ya podía retirarme, y decidí
dedicarme a lo que siempre había soñado: Ayudar a las personas de pocos
recursos. Es por eso que viajo a Nicaragua y pongo todo mi esfuerzo en
conseguir que más de 3.500 familias tengan un techo dónde vivir".
Alex cuenta que en una visita que hizo con el
cónsul general de Nicaragua, Luis Martínez, a ese país, pudo ver que las viviendas
eran débiles y que la gente vivía en condiciones deplorables, por lo que decidió
comprar un terreno y pedir un crédito para construir un complejo de viviendas
de excelente calidad, donde la gente pudiera vivir de manera decorosa, y a
precios accesibles (15 mil dólares), con un margen de ganancias entre 1.000 a
1.500 dólares por casa.
Para Alex De la Cruz su nombramiento como
Cónsul Honorario de Nicaragua fue una
sorpresa, pero lo que más satisfacción le da es que su proyecto es el más
grande de la historia de Nicaragua, superior incluso a la construcción de la
planta más moderna de tratamiento de agua. El complejo proyecta tener todos los
servicios, colegio, centros comerciales y canchas deportivas que permitan que
cada familia se sienta feliz de vivir en él.
Una gran
familia para crecer
Cuando habla de su familia se le ilumina el
rostro y se nota que su esposa y sus hijos son el tesoro más entrañable en su
vida. Tan es así, que al solicitarle que nos enumere las reglas del éxito, no
duda en colocar la armonía y el amor familiar en el primer lugar:
"Pensar en la familia y saber que tu
esposa e hijos son lo más importante para poder estar bien y tener éxito".
"Buscar la pasión en lo que desempeñas".
"Tomar decisiones correctas en los
tiempos correctos".
"Tener persistencia y consistencia. Prepárate".
"Pensar que todo es posible y que no
hay barreras que el ser humano no pueda derribar".
Para finalizar, nos dice que Dios está en
todos sus actos y sus metas. Hoy en día, no busca sino una básica compensación financiera,
ya que, como él dice, "lo importante es estar satisfecho de hacer lo que
realmente amas y te apasiona. Estoy seguro de que el dinero vendrá solo".
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