Canción acaso no tan triste para 2013
domingo 06 de enero de 2013, 14:20h
Uno es, como el amable lector, ni más ni menos que un ciudadano más, acaso venido a menos. Con este título, uno tiene derecho a imaginar un año, este que acaba de estrenarse lleno de retos, algo mejor de lo que nos presentan oficial y oficiosamente todos aquellos que no se sienten, como uno, uno más, sino mucho más que uno. Y conste que uno no quiere hacer un ejercicio de papiroflexia escrita, menos brillante sin duda que aquellos versos últimos de José Hierro, sino un inicio de cierta introspección ante lo que estamos viendo, viviendo y suponiendo.
Contemplando este domingo el esfuerzo del Rey en la ceremonia de la Pascua Militar, uno entendió, como sin duda lo han hecho millones de españoles, que, querámoslo o no, entramos en una nueva era, una etapa de cambios que son más profundos de lo que acaso nosotros mismos -parano hablar del Gobierno, de la oposición y hasta de La Zarzuela-hubiésemos deseado. Pero es lo que tienen los cambios: que vienen y, si las cosas no se han hecho bien con antelación, no tienen la delicadeza de avisar. El año 2012 ha sido verdaderamente horrible para el Rey y seguramente también para su familia; puede que me exceda en mi afán interpretativo, pero me pareció detectar rostros muy serios en el heredero de la Corona y en los miembros del Gobierno durante la muy abreviada ceremonia de la Pascua Militar. Como si olfateasen que los próximos meses no van a ser fáciles, como si al mal tiempo -y eso que la mañana estaba muy soleada en Madrid, invitando quizá al optimismo-no hubiese que ponerle buena cara.
Uno cree que los ciudadanos de a pie tenemos el derecho, y quién sabe si el deber, de exigir a nuestros representantes un comportamientocasi heroico. Y cree uno que el comportamiento de los españoles, en general, durante el año que ha terminado, también ha rayado en lo admirable: hemos sabido sufrir el acoso a nuestros bolsillos sin estar del todo convencidos de que esto fuese lo más conveniente, hemos criticado, pero sin excesiva acritud, algunas actitudes demasiado pasivas, ciertas ocurrencias no muy democráticas de algunos ministros...Pero no hemos atacado con la determinación precisa la falta de ideas, la pasividad en el cambio, la cortedad en las iniciativas, la timidez a la hora de los grandes pactos. Aunque algunos comentaristas no quisieron verlo, a uno le parece que el Rey, en su importante discurso de Nochebuena, quiso decir, y dijo, algo de todoesto. Por eso, porque a él no le afectan demasiado las miserias de las formaciones políticas, es tan importante la figura, ahora fragilizada,del Rey, y de la institución, que no pasa por sus mejores momentos, de la Corona.
Uno, que, repito, es ni más ni menos que un ciudadano más venido a menos, piensa que tiene derecho a pedir que le planifiquen con cierto detalle, con mucha imaginación y con una dosis de valor, el año que nos espera. Lo cual supone otra forma de gobernar, tal como suena. Sí, a uno le han decepcionado los últimos mensajes del Gobierno, para no hablar de los silencios de la principal formación de la oposición o ya, lo más de lo más, el mesianismo egocéntrico de algún autotitulado virrey autonómico. No merecíamos salir así de 2012. Contemplando los primeros pasos oficiales -y oficiosos-en estos días de 'descanso total' que nuestros representantes se han tomado para iniciar 2013, uno piensa que merecemos entrar en este año, ya vemos que de cambios y quién sabe si del Cambio, de otra manera. Al menos, con un poco más de alegría, que para eso el sol iluminaba gloriosamente el patio palaciego donde se celebraba, acortada, la Pascua Militar.
fjauregui@diariocritico.com
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (1)
16794 | maruja - 07/01/2013 @ 14:33:38 (GMT+1)
Es cierto, este ha sido un mal año para el Rey, pero por su mala cabeza o la mala cabeza, por ser suave, de su yerno. Pero francamente, no me preocupa ni el Rey ni su familia cuando pienso en el mal año que ha sido para quienes han perdido su casa, quienes se han quedado en el paro, quienes han terminado sus estudios y se ven sin futuro en este país, quienes han perdido todos o casi todos sus ahorros gracias a la mala gestión de unos sinvergüenzas que se han forrado. O cuando pienso en esos ancianos con pensiones de miseria que cada vez son más miseria, o cuando me acuerdo de que la Sanidad y la Educación públicas van a mucho peor. Cuando recuerdo todo eso, no me importa nada de lo que les pase ni al Rey, ni a su familia ni al gobierno en pleno. Ninguno de ellos sabe en primera persona lo que nos pasa a los de la calle. Ni me importan sus caras serias, ni me importan sus apuros que serán muchos menos que los míos que, a pesar de todo, soy una afortunada con trabajo, de momento.
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