lunes 17 de diciembre de 2012, 08:19h
En
España, como todo el mundo sabe o, al menos, supone, prácticamente el 100 por 100 de la población tiene al menos
un terminal de teléfono móvil. Las cifras oficiales hablan de un poco menos (96
por ciento), pero teniendo en cuenta que hay menores que no lo utilizan -aunque, en
otros muchos casos, el primer móvil lo regalan los padres a sus hijos cada vez a edades más tempranas-, técnicamente
podría hablarse de que todos los
españoles en edad adulta y con facultades
para poder utilizarlo, poseen al menos un móvil.
¿Ha
perdido alguna vez su móvil? ¿Cómo se ha sentido? ¿Podría vivir un mes entero sin preocuparse de mirar la
pequeña pantalla del teléfono cada dos por tres? Si no es así,
usted padece una patología a la que
recientemente se le ha puesto nombre: La nomofobia, o miedo irracional a salir de casa sin el
teléfono móvil. El término es una abreviatura de la expresión inglesa
«no-mobile-phone phobia».
Estudios
recientes realizados por equipos de psicólogos especializados en trastornos de
ansiedad revelan que casi el 53% de los usuarios de teléfonos móviles tienden a
sentir ansiedad cuando pierden su teléfono móvil, cuando se
les agota la batería, el saldo, o no
tienen cobertura en la red.
Esta
sensación -es lógico pensarlo así- se
pronuncia aún más en aquellos
usuarios que utilizan el móvil para
mucho más que llamar o recibir llamadas, como son los propietarios de smartphones, o teléfonos
inteligentes. En estos momentos y en España, uno de cada tres de estos dispositivos son smartphones. En
otras palabras, que casi 10 millones de españoles utilizan
whatsapp para enviar mensajes o fotos y, déjeme decirle por último, que estamos
en el caldo de cultivo ideal para padecer esta patología, que si
desconoce el dato, anótese bien
que España es el país con más teléfonos móviles por habitante, cifra que
supera a la registrada en Estados Unidos, China o Francia.
Experiencia personal
Con
este tipo de problemas, como con tantos
otros, es el afectado el último en saberlo y más aún en aceptarlo. Y este es justamente el peor
punto de partida para poder superarlo.
Este
verano pasado, una ola inoportuna me mojó el pantalón cuando estaba dando un
paseo por la playa, con tal suerte que empapó también mi smartphone y lo
dejó totalmente inutilizado. Tuve
oportunidad personal, pues, de conocer en que
mitad, aproximada, de los usuarios
de móvil me encuentro, entre los
que padecen esta nomofobia o entre los que no.
Creo que más bien formo parte de estos últimos, aunque confieso públicamente que mi grado de
dependencia de las nuevas tecnologías es muy alto.
Pude
comprobar que no estuve especialmente inestable, agresivo, ni tuve dificultades
de concentración que fueran más allá de lo habitual. Menos aún, como hablan los
expertos que uno puede llegar a sentir, malestar general, hipervigilancia,
inquietud, temor a estar desconectado o
aislado e, incluso, crisis de pánico, agorafobia.
Si
es capaz de superar la prueba, no espere a que una ola acabe con su
móvil, y con su duda. Meta simplemente
el terminal en el cajón de la mesa de
la habitación que menos frecuenta de casa durante todo un fin de semana
y estudie sus reacciones ante la situación. Creo haberle dado pistas
suficientes para que por sí mismo
compruebe en qué mitad de población se encuentra, entre los que hemos superado olímpicamente la prueba, o entre los que
necesitan de ayuda externa y especializada para poder hacerlo.
Columnista y crítico teatral
Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (4)
16259 | kroker - 18/12/2012 @ 00:35:48 (GMT+1)
Cuando vi la palabra nomos, enseguida pensé en la filosofía griega. El nomos, la ley de la ciudad/estado/pueblo... nomofobia, odio a las leyes de la ciudad. Me parece que más la nomofobia que padecemos los españoles, es a las leyes peperas, que nos están convirtiendo en verdaderos gnomos, para vivir en las cavernas, nos quedamos sin casa gracias a sus nomos. Vivir como un gnomo es ser invisible, como los son 6 millones de parados (3 millones más en 7 años de gobierno del psoe y 1 en un solo año de gobierno pepero, record).
Pues yo no tengo uno, tengo dos móviles. Uno para el curro y otro para los fines de semana, en que solo personas de mi entorno pueden llamarme, y cuando tengo guardia, me jodo pues tengo que estar las 24 horas de servicio. Por cierto, estas guardias de 24 horas del Turno de Oficio no se pagan si no hay detenidos, vamos, lo que se llama trabajar por amor al arte como los voluntarios de la Cruz Roja.
16258 | kroker - 18/12/2012 @ 00:23:38 (GMT+1)
Si admites un consejo para no cogerte otra mosca con la ventana de respuesta. Escribe el comentario en el procesador de texto, lo copias y pegas, y listo. Te ahorrarás un montón de cabreos.
16256 | carlos - 17/12/2012 @ 23:26:34 (GMT+1)
estaba dando mi opinión y no se que ha pasado con el comentario que estaba redactando, concreto, nunca me ha preocupado no tener teléfono, si, que mi ángel de la guarda se distraiga o se retrase unos pasos y me deje solo, hasta ahora siempre he notado su compañía
16254 | Germán - 17/12/2012 @ 20:58:48 (GMT+1)
José Manuel, te acompaño en esa mitad de los que no sienten angustia por no poder utilizar el móvil durante un cierto tiempo.
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