La urgente remodelación del Gobierno
miércoles 12 de diciembre de 2012, 12:21h
Entre
los diversos movimientos políticos que Mariano Rajoy tendría que
realizar en las semanas próximas se encuentra, a mi entender, una
remodelación del Gobierno, que ha aguantado tormentas, embestidas y
tensiones sin cuento durante este primer año de mandato de mandato del
Partido Popular. Para mí, resulta evidente la descoordinación de la
marcha general del Ejecutivo en algunos ministerios, que han perdido el
apoyo de los sectores a los que teóricamente representan; hablo,
obviamente y sobre todo, de Justicia y de Educación, hostigados el
primero por jueces, fiscales, abogados y justiciables y el segundo por
rectores, enseñantes, alumnos y, para colmo, habiendo abierto una brecha
importante en Cataluña. Así, independientemente de la mayor o menor
razón que ambos departamentos tengan para sus reformas -mayor en el
segundo caso que en el primero, me parece--, resulta obvio que tanto el
señor Ruiz Galladón como el señor Wert carecen de sintonía con las
parcelas de la sociedad a las que tienen que tutelar, como igualmente
está claro que han suscitado gratuitamente problemas añadidos a los que
ya estaban de por sí sobre la mesa; imposible justificar el malestar de
togados y catedráticos, por ejemplo, solamente en que temen 'perder sus
privilegios de casta', como explicaba estos días un alto cargo en la
Administración.
Pero
hay más: existe la impresión generalizada de que el titular de
Economía, Luis de Guindos, lleva una velocidad determinada dentro del
Gabinete, una velocidad que otros acaso no segundan o no comparten, y
que ello le genera una cierta incomodidad. La necesidad de una
vicepresidencia económica, que coordine de manera efectiva -Rajoy,
obviamente agobiado por otras mil tareas, no puede hacerlo-las distintas
carteras del área, es ya un clamor, siempre oficialmente desmentido,
pero evidente.
Defiendo
la calidad del trabajo de la mayor parte de los ministros del Gobierno
del PP, desde el titular de Exteriores hasta la de Empleo, pasando por
los de Agricultura, Industria -públicamente enfrentado, sin embargo, con
el de Hacienda en cuestión tan importante como la reforma energética--,
Sanidad...Con un 'notable' destacado, por mi parte, a la labor de la
vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, pese a que no siempre ha
conseguido que las ruedas dentadas de todos los departamentos marchen
acompasadamente, para no hablar ya de sus tan rumoreadas malas
relaciones con determinadas personalidades del partido que sustenta al
Ejecutivo.
Pero
es Rajoy quien tiene que poner en valor a todos los integrantes del
Gabinete, algunos de los cuales han servido bien para llegar hasta aquí,
pero que puede que no estén del todo bien situados -a alguno habría sin
duda que promocionarlo-para las nuevas tareas que aguardan, desde el
'rescate' europeo hasta los a mi juicio inevitables pactos políticos que
habrán de acometerse desde La Moncloa. Son tiempos nuevos que hacen
aconsejable la presencia, en el Consejo de Ministros, de personas no
necesariamente ligadas al PP, que faciliten ese pacto, incluso
territorial, que las encuestas dicen que la ciudadanía viene reclamando.
Me
pregunto qué nos anunciará Rajoy cuando, el próximo día 28, comparezca
ante los medios para una de esas ruedas de prensa 'sin limitaciones' que
son ya tradicionales al final de cada período político, y que en esta
ocasión va a jalonar también el primer año de mandato efectivo del PP,
que se cumple cronológicamente el próximo día 21. Pienso que no puede el
presidente llegar al atril de La Moncloa con más de lo mismo,
aparentando una normalidad que, en realidad, no existe. Optimista
inveterado como soy, lo cierto es que espero importantes anuncios por
parte del habitualmente poco noticioso Rajoy; uno de ellos, que no sé si
llegará tan pronto, pero que habrá de producirse más bien a corto
plazo, el de esa crisis gubernamental que ya está tardando demasiado.