La
detención de
Gerardo Díaz Ferrán es la consecuencia de una peligrosa patología.
La enfermedad del poder. Quiso ser más que nadie, comprando demasiadas empresas
que luego tuvo que malvender o cerrar por su mala gestión, acumulando todo tipo
de problemas. Al final, agobiado por las deudas y los pleitos, ha sido
detenido, acusado de alzamiento de bienes y blanqueo de capitales. Se le han requisado
un kilo de oro y 150.000 euros que tenía en su domicilio y ahora están
investigando si tiene propiedades inmobiliarias y cuentas secretas en el
extranjero.
Parece
mentira que estemos hablando del que fue presidente de la CEOE, que llegó a ser
reelegido y confirmado cuando ya tenía serios problemas y estaba utilizando su
alto cargo para apagarlos. Grave error de la patronal por permitírselo.
En
tiempo de bonanza surgen empresarios así. No tienen instinto comercial, innovación o entusiasmo investigador.
Solamente ambición. Luego, cuando llega
la crisis, son los primeros en estrellarse. Pretendieron ser como el rey Midas
que convertía en oro todo lo que tocaba, y han terminado como Atila, que por
donde pasaba no crecía la hierba.
A causa
de la enfermedad del poder, a Gerardo Díaz Ferrán no le queda otra salida que
sentarse en el banquillo. Él y su lingote.
Lea también:-
La foto de Díaz Ferrán, imagen de Telemadrid cuando comenzaba otra huelga -
Díaz Ferrán, con las manos 'en la masa': hallan un kilo de oro y 150.000 euros en su casa-
Detienen a Díaz Ferrán por presunto blanqueo