Tanto en laliteratura como en la crítica, como en el toreo, hay que ir con la verdad por delante. Curro Romero, que lo ha enseñado en la plaza, recibe el premio a toda su trayectoria, del Instituto de Estudios Gitanos.
Que esta
misma tarde, el Instituto de Cultura Gitana le da a Curro Romero, matador de toros, el premio del Instituto a toda su
trayectoria. Que es mucha. Y que no es el primero que merece. Aparte orejas y
rabos, que esos sí que tienen mérito en vivo y en directo, (y yo le he visto
torear hasta el sobrero en una memorable tarde madrileña, bajo la lluvia, de
antes de que yo me quitara de los toros, y tuvo la culpa aquel milagro, porque
después a ver qué la conformaba a una) y
aparte esos daños colaterales que van en el oficio y que se traducen en un
cuerpo lleno de costurones, Curro Romero
es Académico de Bellas Artes de Sevilla, y tiene la medalla de oro de Belllas
Artes y la de Andalucía. Por lo menos. Ahora, el Instituto de Estudios Gitanos
reconoce una labor que va más allá de su arte, que es un Arte con mayúsculas.
A mí, a Curro Romero, y los toros en general,
me los enseñaron a ver Fernando Savater,
Manolo Arroyo Stephens, (a quien
debo algún flamenco de raza, como Rancapino,
y alguna maravillosa como Chavela Vargas,
cuando todos creíamos que se había muerto y él la trajo al Escorial, y ahora
sí, ahora ya se ha muerto en olor de multitud-
y algunos amigos más. Con Antoñete, Rafael
de Paula y Don Antonio Ordóñez,
ya de maestro de maestros, era del grupo de toreros de arte. Cada uno con su
estilo, con un valor infinito, toreaban a un tiempo al bicho y a las gradas,
que eran peores. Pero tú sabías que si la cosa no iba, si no había posibilidad
de ese milagro cruel, de esa belleza convulsa, abreviaban. No te aburrían ni te
abrumaban con una danza inútil, que no
iba a llegar a nada. Era lo que los amigos del "toreo valiente" llamaban
sus "faenas de alivio". Pero es que no había lugar. Y cuando lo había,
entonces, como me dijo una vez el gran pintor Eduardo Arroyo, no se ve la sangre.
La verdad es
que yo ya no voy a los toros. Ahora veo más la sangre que la gracia. No he
seguido ni a Joselito, ni al Juli, ni a José Tomás. Y, sobre todo, la propia historia misma de un hombre un toro me produce un ancho repelús.
No puedo con su crueldad, cómo decir, intrínseca. Y ni el carácter sacramental
de las corridas, ni los mil libros (exagerando, y que me perdone mi amigo Alberto González Troyano, que ha
escrito más de uno) con sus
explicaciones de todo orden, ni nada, me hace perder de vista a un animal
criado, como ciertas vestales, para el sacrificio público. Y sacrificiado. No.
Ya no voy a los toros. Pero Don Curro
Romero me merece un respeto. Enorme. Y una admiración. Porque hace falta
valor para enfrentarse a esa mole astada, pero también, para poner la verdad
por delante. Curro Romero no finge
delante de un toro. Curro se la juega, y si no va a hacer nada, porque no se
puede, no va a engañar con saltos de rana, con capotazos al aire. Hace falta
más coraje para enfrentarse a las almohadillas. Y eso es una clase particular.
La de la verdad. Así que enhorabuena, Don Curro, torero.
Hay que ir
con la verdad por delante, ya ve, con lo fácil que sería fingir.... Con las
tablas que tiene una. El día 19 salta a las librerías una novela muy esperada:
algunos con curiosidad, otros, con el estoque en alto. Una vacante imprevista, de J.K.
Rowling, si, la autora de la serie de Harry
Potter, denostada por tantos, amada por muchos, entre otros yo, que ya ve,
disfruto con Joyce y con Proust -en cambio, Thomas Mann se me ha resistido siempre- y.... y con Harry Potter. Sé que es una novela "para
adultos", como si el Lazarillo de Tormes
fuera para niños, pero no tengo más que la portada, que corro a enseñarles. La
publica Salamandra, como las anteriores, y como otras muchas, incluyendo a Sandor
Maray e Irene Nemirowsky. Y hoy
mismo se presenta la librería La Central, en Madrid, Mr. Gwyn, la última novela
de mi admirado Alessandro Baricco.
Se hizo mundialmente famoso con Seda,
y luego, en España, siempre de la mano de la editorial Anagrama, se confirmó
con Tierras de Cristal, (Castelli di Rabbia en italiano).
Siguieron otras: Océano mar, City, Emaús..... Es un escritor que siempre
tiene algo. Siempre mira con una mirada especial, que descubre alguna zona
oscura. En cuanto lea Mr.Gwyn les
contaré. Pero pueden adelantárseme -ya está en librerías- y luego jugamos a las
coincidencias.
Lea también:
- Ediciones anteriores de 'Lágrimas de cocodrilo'