Perdón, por mantener la confusión
lunes 03 de diciembre de 2012, 08:07h
El
acto de homenaje a Felipe González no le ha salido a Ferraz tan bien como
deseaba. Es cierto que ha logrado ser un recuerdo de los buenos tiempos del
PSOE y, como ha dicho Zapatero, esos buenos recuerdos hay que tenerlos de vez
en cuando. Pero en el homenaje había también un disparo por elevación:
demostrar a propios y extraños que entre el PSOE de González y el de Rubalcaba
no hay tantas diferencias de fondo y, sobre todo, que su Secretario General
actual no tiene un nivel muy inferior respecto del anterior. Pues bien, en cuanto
a esa jugada todo indica que le ha salido el tiro por la culata. Todos los
medios recogen hoy las palabras de Felipe como una crítica clara al PSOE
actual: "El PSOE ha perdido la vocación de mayoría y tiene que recuperarla, y
tiene que hacerlo mirando a la sociedad, no de manera sectaria sino con
espíritu de consenso y capacidad de dialogar". O sea, dicho al revés: el
PSOE actual es más bien sectario, no tiene capacidad de diálogo y no mira a la
sociedad con perspectiva mayoritaria. Más claro, el agua.
Ante
esa crítica, la respuesta de Rubalcaba es de tono menor: que si el PP, que si
el twiter, que si Merkel; es decir, no hay mayor problema en cuanto a la visión
estratégica del PSOE. Todo está bien en Ferraz, el problema es del contexto.
Rubalcaba no recoge el guante de González y tiene lugar así un fabuloso diálogo
de sordos. Con lo que queda claro: 1) que no se comparte la misma perspectiva
estratégica; 2) Rubalcaba no es ni de lejos el líder que pueda conducir al PSOE
hacia la adquisición de un imprescindible sentido de Estado.
Claro,
sería injusto dejar la impresión de que el actual Secretario General del PSOE
no tiene su propia propuesta, que según él consiste en impulsar "un radicalismo
reformista"; algo que en sí mismo es un buen reflejo del estado actual del
PSOE, dividido entre un ala radical y otra reformista. Juntarlas mediante
argucias retóricas -muy del estilo de Rubalcaba- no resuelve el problema de
fondo.
Ahora
bien, varios medios han señalado que el acto se ha caracterizado por no tener
un ápice de autocrítica, sobre todo respecto de cuál es la razón por la que el
PSOE haya perdido esa perspectiva mayoritaria. González tiene razón en cuanto
al sentido del cambio del PSOE, pero no dice una palabra de cómo es que se ha
llegado hasta aquí. Y no lo hace porque eso implicaría una autocrítica más
seria: fue el deterioro de su propio proyecto político (que dio lugar a esos
tiempos en que, como dice Leguina, los telediarios eran una tortura política)
el que dio lugar a que el PSOE buscara desesperadamente una ruptura y la
encontrara mediante la salida por la tangente que significó Zapatero. Ahí se
gestaron las bases de ese PSOE sectario que abandona el programa socialdemócrata
para impulsar el del partido radical italiano.
Cuando
hoy unas "bases del PSOE" piden perdón por las cosas que no se hicieron bien
con Zapatero, tienen razón en un sentido, pero yerran en otros. Llevan razón en
cuanto al rechazo de esa política de Rubalcaba de seguir adelante sin revisar
en serio la experiencia zapaterista. Algo que, como ya dijimos, era cerrar en
falso la herida. Pero están perdidos en términos de orientación estratégica: la
mayoría de las reclamaciones a Zapatero son por no haber hecho una política más
radical y haber aceptado empezar con los recortes. Cuando el error fundamental
de Zapatero fue abandonar el principal cometido socialdemócrata, que no es otro
que cautelar la economía privada desde la política democrática. Por eso nunca
pudo reconocer a tiempo la crisis (cosa que hoy le critican esas "bases")
porque estaba entretenido con otras cosas más vistosas.
En tal
sentido, algunos medios progresistas, al comentar el homenaje a González,
también se pierden o simplifican el asunto. Por ejemplo, el diario El País, al
mencionar que González reclama al PSOE recuperar la vocación de mayoría, afirma
que ello hay que entenderlo así: "Es decir, tender al centro". Pero esto es
confundir lo esencial con lo accesorio. El problema del PSOE es que está
abandonando su lugar socialdemócrata, que hoy implicaría tener un neto sentido
de Estado. Si eso significara salir de la división actual para tender hacia el
centro respecto del actual espectro político, tal cosa sólo sería una
consecuencia posicional. Pero lo central hoy para el PSOE es saber qué perspectiva
estratégica adopta: mantenerse en la actual confusión (a medio camino entre
radicalismo y reformismo) o recuperar la perspectiva socialdemócrata que
caracterizó al gobierno de González, antes de que se deteriorara su gestión
administrativa. Esa y no otra es la verdadera cuestión.