viernes 30 de noviembre de 2012, 12:31h
Sólo
la mitad de los países de la Unión Europea han votado a favor de Palestina como
Estado observador de la ONU. Esta división es una más en la larga lista de
disensiones en política internacional: reconocimiento de Kosovo, apoyo al
ingreso de Turquía en la UE... y hasta sobre el mando conjunto en operaciones
militares en el exterior.
Si
se tratase solamente de política internacional, aun se podría entender. Pero
los desacuerdos de esa Europa venida a menos también se manifiestan en temas de
cohesión interna: política monetaria, magnitud de los recortes económicos,
rescate a los países en dificultades... Por no haber acuerdo, ni siquiera ha
podido aprobarse el próximo Presupuesto de la UE, como en su día tampoco pudo
ratificarse la non nata Constitución europea.
Es
que, en el fondo, cada país va a la suya, defendiendo su conveniencia en temas
tan peregrinos como la interminable discusión que hubo hace unos años sobre comercializar
o no una patata modificada genéticamente y que produce un mejor almidón para
uso industrial.
Con
esa actitud nacionalista, no es de extrañar que cada vez que regresan de las
cumbres comunitarias nuestros jefes de Gobierno -llámense Aznar, Rodríguez Zapatero
o Rajoy- de lo que presumen es de
las posibles ventajas conseguidas para España, más que de los logros comunes
alcanzados.
Lo
peor es que, en vez de avanzar hacia una mayor cohesión, surgen ahora nuevos
particularismos: Escocia, Cataluña... y quizás mañana Flandes, Pandania u Occitania.
No
sé cómo verían este inquietante panorama Monnet
y Schuman, forjadores de la idea
europea, si levantasen la cabeza. Lo único seguro es que los pobres estarían
terriblemente insatisfechos.
Diplomado en la Universidad de Stanford, lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artículos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico Noticias del Mundo de Nueva York.
Entre otros cargos, ha sido director de El Periódico de Barcelona, El Adelanto de Salamanca, y la edición de ABC en la Comunidad Valenciana, así como director general de publicaciones del Grupo Zeta y asesor de varias empresas de comunicación.
En los últimos años, ha alternado sus colaboraciones en prensa, radio y televisión con la literatura, habiendo obtenido varios premios en ambas labores, entre ellos el nacional de periodismo gastronómico Álvaro Cunqueiro (2004), el de Novela Corta Ategua (2005) y el de periodismo social de la Comunidad Valenciana, Convivir (2006).
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