viernes 30 de noviembre de 2012, 09:19h
El partido socialista anda desnortado. Se pregunta a sí mismo
quien es, y nadie responde. "¿Hay alguien ahí?", se preguntan los de la Casa
del Pueblo de Portugalete, y en vez de responder Patxi López, nacido en la
calle Cascajales, responde Aznar. "¡Ostras!. Lo que nos faltaba" se dicen los
viejos metalúrgicos que nunca han entendido el por qué tanto el PSE, el hijo de
Nico, Zapatero, Rubalcaba y demás, han podido pactar con el PP cosas de comer
con las que no se juega. "¿Y luego os preguntáis lo que os pasa?". "Es eso lo
que os pasa".
Lo acaba de escribir el ex presidente en su libro. El fin
justificaba cualquier tipo de medio para acabar con Ibarretxe. Había
precedentes. En 1978 el PSE pactó con UCD para quitarle a Juan de Ajuriaguerra,
del PNV, y ponerle en la presidencia del Consejo General Vasco a Ramón Rubial.
Lo de Patxi López con Basagoiti tenía pues antecedentes, pero nunca una
ceremonia tan fastuosa como la oficiada en el Kursaal de San Sebastián el 28 de
abril de 2001. Gobernaba en Madrid, con mayoría absoluta, José María Aznar
López. En Euzkadi, Juan José Ibarretxe.
El principal animador de aquel acto fue Fernando Fernández Savater.
Presentaban las intervenciones Maite Pagazaurtundua y José María Calleja. Se
hizo el silencio y los focos se dirigieron hacia el centro del escenario. Allí
aparecieron Fernández Savater, Nicolás Redondo y Jaime Mayor Oreja. Era una
boda laica. Juntaron sus manos y el público enfervorizado se puso a gritar:
¡España!, ¡España!, ¡España!
Un mes después, los que se tildaban de constitucionalistas
perdieron las elecciones. Aquella foto había resucitado a los muertos. Un sudor
corrió por las espaldas de la gente normal. No querían a ETA, ni a su brazo
político, pero tampoco aquel españolismo de garrafa. El 13 de mayo, perdían las
elecciones. Mayor Oreja acabó en Bruselas tutelando con el mando a distancia a
María San Gil. Nicolás Redondo en el Consejo de las Koplovitz. Salió ganando.
Tiene ahora una Fundación que da labeles de democracia.
Cinco días antes que el Ejecutivo de Ibarretxe aprobara el
proyecto de libre adhesión Redondo y Mayor Oreja, en el 2003 volvían a
presentarse juntos. El marco era el Club Siglo XXI y la chapa la daba don Jaime.
Le presentaba el hijo del sindicalista, Nicolás jr.
Todo esto me ha venido al recuerdo al ojear el libro que acaba de
editar Aznar y que reconoce en el 2012 lo que sabíamos o intuíamos el 2001.
Antes la España Roja que la España Rota. Nada nuevo por otra parte.
"Jaime (Mayor)
sería presidente del Gobierno Vasco los dos primeros años y Nicolás (Redondo),
los dos últimos". De esta forma desvela el expresidente del Gobierno, José
María Aznar, en sus memorias, un dato inédito y desconocido: el "acuerdo" que
habían alcanzado en 2001 el PP vasco y el PSE-EE para desbancar a Juan José Ibarretxe
de la Lehendakaritza.
Según el libro que
Aznar ha presentado, Mayor y Redondo Terreros habían pactado repartirse el mando
del Ejecutivo autonómico vasco pero la clarísima victoria de PNV-EA frustró una
"operación política de gran envergadura", en palabras de Aznar, que "de haber
tenido éxito habría cambiado el rumbo político del País Vasco y del conjunto de
España. Pero no salió como todos deseábamos". ¡Menos mal!
Éste es uno de los extractos de la obra Memorias I,
que el exlíder del PP presenta estos días por diferentes localidades de España.
El pasaje se sitúa en el
capítulo "Mi decisión más difícil, que aborda la elección de Mariano Rajoy en
2003 como sucesor de Aznar al frente del partido y como candidato a la presidencia
del Gobierno. Como se ha publicado, la primera alternativa en la que pensó
Aznar fue Rodrigo Rato, pero su negativa le hizo decantarse por el actual
presidente. El tercero en esa liza era Jaime Mayor, expresidente del PP vasco y
candidato a Iehendakari en las autonómicas de 2001, en las que populares y
socialistas coincidieron en su intento de desbancar al PNV, en pleno final del
pacto de Lizarra entre abertzales.
A la hora de
exponer las razones por las que no eligió a Mayor como candidato
a La Moncloa, Aznar recuerda que "el problema era que había apostado muy fuerte
en una partida arriesgada", las elecciones vascas de mayo de 2001, según recoge
la obra. "Si Jaime hubiese conseguido desalojar al PNV del poder con el apoyo
de los socialistas creo que él mismo habría presentado su candidatura al
liderazgo del Partido Popular". Todo perfectamente calculado. Pero no contaron
con Ibarretxe.
Es aquí, donde Aznar
desvela un pasaje desconocido basta ahora. Relata que Mayor "había alcanzado un
acuerdo con Nicolás Redondo Teneros que le despejaba el camino en sus
aspiraciones nacionales: en caso de sumar los escaños suficientes para gobernar
el País Vasco, Jaime sería el presidente del Gobierno Vasco los dos primeros años
y Nicolás, los dos últimos". En esta segunda parte de la legislatura, según se deduce de
la narración de Aznar, Mayor se habría dedicado a pelear por la sucesión de
Aznar y dar el salto a La Moncloa desde la plataforma que suponía ser el primer
Iehendakari no nacionalista vasco, en plena ofensiva de ETA y con las formaciones
"constitucionalistas" y el PNV inmersas en un descarnado enfrentamiento.
Dura campaña
La entente de Mayor y Redondo siempre se simbolizó en
la fotografía conjunta en el Kursaal donostiarra, junto al filósofo y miembro
de la plataforma cívica ¡Basta ya! Fernando Fernández Savater alzando los brazos
de ambos. En aquella época se daba por hecho que la suma PP-PSE, en este orden,
superaría a la de PNV-EA y EB,
y que el entonces secretario general de los socialistas se convertiría en el
vicelehendakari de Mayor. Según desvela ahora Aznar, los planes iban mucho más
allá.
No obstante,
Ibarretxe y el PNV lograron movilizar al electorado
nacionalista frente a la entente constitucionalista con un incontestable
triunfo de 33 escaños y un récord histórico de 600.000 votos. El PP logró el mejor resultado de su historia, con 19 escaños,
pero insuficiente ya que el mal resultado del PSE-EE, con 13 asientos, no sumaba
la mayoría precisa. Euskal Herritarok, fuera del juego de pactos tras el final de la tregua de ETA, se descalabró hasta quedar
en siete escaños, la mitad de los que poseía, mientras que EB sumaria su único
parlamentario a PNV y EA.
De todas formas, en el libro Aznar elogia la acritud
de Mayor tras conocer que no sería su sucesor, "Las cosas fueron más fáciles
(que con Rato)", señala. Su reacción fue de "absoluto respeto, colaboración y
lealtad", sin "el más mínimo reproche". A Aznar no se lo hizo. Se lo sigue
haciendo éste al PNV. ¿Por qué?. Porque le ganamos.