martes 27 de noviembre de 2012, 09:13h
Acaba de cumplirse un año desde las últimas elecciones generales. En
aquella ocasión la mayoría de los ciudadanos produjo, con su voto, un
cambio de gobierno; pero no solo en la dirección, sino en la fuerza,
pues concedió al nuevo gobierno una mayoría absoluta.
Una mayoría de españoles consideró que el nuevo gobierno se
enfrentaba a una situación muy difícil, y dotó a dicho gobierno de los
instrumentos que pidió para afrontar esos problemas. Y, sin embargo, un
año después, cuando el barómetro del Centro de Investigaciones
Sociológicas pide a los ciudadanos que evalúen cómo lo está haciendo el
gobierno, hay un 67,1% que dice que lo está haciendo mal o muy mal. Ese
dato, en octubre del año pasado y para el anterior gobierno, era del
66,3%.
La percepción ciudadana, medida por el indicador de confianza del
consumidor, que también elabora el CIS cada mes, es que la confianza,
lejos de crecer con el Gobierno Rajoy, ha disminuido notablemente. En
enero, cuando comenzó a gobernar, ese indicador era un 68,3; en octubre
ha sido un 44, 8; muy por debajo del indicador de octubre del año
pasado, un 64,1, todavía con el Presidente Rodríguez Zapatero en el
gobierno. Con el Presidente Rajoy, lejos de volver la confianza, se han
ido los capitales.
En sociología electoral hablamos del llamado voto exonerativo, un
voto con el que los ciudadanos disculpan al gobierno porque consideran
que no es responsable de la situación. La estrategia del PP de apelar a
la herencia recibida está dirigida a activar ese voto exonerativo, pero
no les ha funcionado. Un tema interesante, sin duda. ¿Por qué no es más
benévolo el juicio de los ciudadanos con el actual gobierno?
En el mundo social nada suele tener explicaciones sencillas, así que
no pretendo agotar la explicación del fenómeno con el argumento que
viene, pero creo que puede ser relevante. Muchos ciudadanos están
juzgando al gobierno del PP con la misma vara de medir que el PP juzgó
al gobierno socialista. La derecha hizo un análisis muy elemental de la
crisis, en el que el diagnóstico y la terapia eran coherentes entre sí,
aunque no lo eran tanto con la realidad. Todo era culpa de un presidente
y se resolvía poniendo otro.
Ahora el gobierno dice que las cosas de la economía son más
complejas, dice por ejemplo, que cuatro puntos de PIB «no son tan
importantes» cuando se trata de su gestión, claro que si la gente cree
esto, difícilmente va a creer que los 2,5 puntos más de déficit que dice
que recibió del Gobierno Zapatero sean lo que le impiden al Presidente
Rajoy obrar el milagro prometido y le obligan a hacer lo contrario de lo
que prometió. Ahora nos enteramos que el Financial Times dice que De
Guindos es el peor ministro de Economía de la Unión Europea. Y, en este
contexto, hasta la mayoría absoluta se ha vuelto en un factor de
desconfianza, porque inquieta estar en manos de quienes tienen más poder
que competencia. Y luego dicen que el país está deprimido.