Emprendedores sin pensarlo
lunes 26 de noviembre de 2012, 07:59h
Cada
día son más los familiares, amigos
y conocidos que han perdido su puesto de trabajo.
También aumentan en nuestro entorno los atrevidos que destinan
el subsidio del paro percibido a montar un negocio, hasta el punto de que hoy uno de cada cuatro nuevos
emprendedores proviene de las colas del INEM. La tendencia ha crecido, incluso, un 10 por ciento el año pasado con respecto al anterior, pero
la osadía de lanzarse a la creación de una empresa no siempre acaba bien y menos aún si no se tienen en cuenta un mínimo
de cuestiones. Todas ellas son de
sentido común, pero no me resisto a enunciarlas por si pueden ser de utilidad a algunos de los
afectados.
Aunque
la iniciativa de estos parados sobrevenidos y reconvertidos a emprendedores es más que
loable, como todo negocio, la decisión
de crear una pequeña empresa ofrece un
riesgo que hay que saber medir antes de llevarla adelante. Ese ejercicio se hace a través del denominado plan de negocio, que incluye un exhaustivo
estudio de mercado, el cálculo de la inversión,
gastos fijos y gastos variables para poder llevar adelante la empresa, así como
una revisión de ingresos pormenorizada a lo largo de los primeros meses, hasta
llegar al punto de recuperación de la inversión y, en el mejor de los casos, a la
obtención de los primeros beneficios de
la nueva empresa.
Todo
un plan minucioso del que tampoco se
escapan, ni mucho menos, los negocios más ambiciosos planificados por las grandes empresas que, a veces, muy a pesar de la experiencia
acumulada y del numeroso plantel de
expertos y técnicos en la materia con
que cuentan todas ellas, han podido dejar de valorar algún factor, interno o externo, que luego resulta ser decisivo para la buena marcha del
negocio,
Contratiempos
Una
empresa, en realidad, es un ser vivo, con una misión, una visión, unos valores determinados que mueven su actividad y que la alientan
a obtener un resultado positivo. En el transcurso de ese periplo surgen siempre vicisitudes
que ponen a prueba no solo la
idoneidad del plan de negocio realizado,
sino la capacidad de reacción, su
flexibilidad, su capacidad de esfuerzo, de sacrificio, de análisis... Bien
visto, como digo, lo mismo que nos pasa a los humanos. Nuestros padres, o
nosotros mismos, nos hacemos un plan de vida (estudiar, trabajar, formar una
familia, etc.) pero más tarde el día a
día personal, y de nuestro entorno inmediato o menos inmediato, puede influir en nuestros planteamientos -y es muy difícil que en un periodo largo de tiempo (3, 5 , 7 años...) no suceda algo de esto-.
También
en los dos casos, el personal y el mercantil, es muy importante estar bien
rodeado de personas (en el primero) o de equipos (en las empresas) que ayuden y
asesoren para poder tomar las mejores decisiones en cada momento. La falta
de información, cultura o experiencia
se pagan siempre muy caros y el
resultado puede ser nefasto.
Columnista y crítico teatral
Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)
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