domingo 25 de noviembre de 2012, 18:48h
Desde este lunes hay que iniciar la tarea de reconstruir el Estado. Todo
lo que ha pasado en Cataluña, y, aún con mayor importancia, las serias
convulsiones sociales de los últimos días, que afectan al núcleo del Estado de
Derecho, tienen que servir para tratar
de buscar un nuevo Pacto de los españoles, es decir de sus partidos,
sindicatos, organizaciones empresariales, colectivos profesionales o
ciudadanos, para sentar las bases de ese nuevo Estado que permita vivir en paz,
crecer y sentar las bases del futuro. Para que no vayan los empresarios que
están o que no vengan otros. No se puede excluir a nadie ni nadie puede
otorgarse la representación de todos. Sin ese acuerdo, generoso y abierto, es
muy difícil que un pueblo tenga futuro y que el Estado del Bienestar sea
posible.
Estamos hablando de competencias, de repartos de poder, de soberanía, sí,
pero sobre todo de empleo, de educación, de sanidad, de justicia, de
investigación, de pensiones, de un modelo económico y de un modelo social que
garanticen la igualdad entre todos los españoles y su futuro. Estamos llegando
a situaciones que pueden ser irreversibles y que nos pueden condenar no a ser
Grecia sino a ser África. Quienes se oponían radicalmente a las "locuras" del
anterior presidente del Gobierno, sus permanentes improvisaciones, sus saltos
en el vacío, que nos han dejado al borde del precipicio, están realizando
ahora, desde el poder, piruetas circenses que nos pueden precipitar a un
desasistimiento social de gravísimas consecuencias.
Parece razonable pensar que Rajoy no puede estar satisfecho con
las acciones de algunos de sus ministros, con la carencia de debate de algunos
de sus proyectos y con la forma de transmitir a la opinión pública las razones
de muchos cambios. ¿Cómo se explica que el Gobierno rechace y califique de
inconstitucional la decisión de la Comunidad de Madrid de cobrar un euro por
receta, con un máximo de 72 al año, y apruebe con nocturnidad y alevosía unas
tasas judiciales para los ciudadanos, que van a recortar sus derechos y les van
a impedir recurrir, incluso aunque tengan razón? ¿Cómo se puede jugar el poco
crédito que le queda manteniendo esa ley contra la oposición unánime de todos:
partidos políticos, sindicatos, jueces, abogados, fiscales, ciudadanos,
consumidores e, incluso, muchos de los propios cargos del PP?
Reconstruir el Estado significa sentar las bases del entendimiento de los
españoles como hizo la Constitución de 1978, firmar un pacto en el que quepan
todos, defender el Estado de Derecho y el Estado del Bienestar, ambos al
servicio de los ciudadanos y no de los poderosos económicos o políticos. Hay
que gobernar desde el diálogo y el acuerdo. No se puede gobernar un país ni
legislar contra de los ciudadanos y sus derechos fundamentales como en algún
caso está haciendo este Gobierno. Sin duda hay que volver a la austeridad. Pero
sin, por ejemplo, convertir la Justicia en un lujo inaccesible para la mayoría
de los ciudadanos. "Sólo aciertan cuando rectifican", decía Fraga hace años.
Todavía pueden acertar.