martes 20 de noviembre de 2012, 14:11h
Hay una seria preocupación por la fuga de cerebros. Ingenieros, médicos,
enfermeros y enfermeras, arquitectos que no encuentran trabajo en España y que
se van a otros países, desde Inglaterra, Portugal o Alemania a los países del
Golfo. Iba a decir que les ofrecen mejores condiciones de trabajo, pero creo
que basta con decir que les ofrecen trabajo, algo que en España es hoy casi un
bien escaso. Es duro, porque hay que dejar atrás muchas cosas, porque nunca
nadie sabe si va a volver, y también porque los ciudadanos hemos invertido
sumas cuantiosas en formar a estos profesionales y cuando ya están preparados
no encuentran trabajo.
Hace pocos días una empresa convocaba un concurso para 150 plazas de
especialistas de grado medio. Se presentaron 22.500 y eligieron, creo recordar,
a 1.500 por sorteo porque era imposible examinar a todos. La oferta es altísima
y la demanda inexistente. En el sector universitario, es peor y la culpa es
nuestra porque una falsa progresía ha hecho que vayan tres veces más
estudiantes a la Universidad que a la Formación Profesional y que, además, la
Universidad fuera -ya no lo es tanto- prácticamente gratis para todos los
universitarios sin ningún control ni sobre el rendimiento ni sobra la capacidad
económica de los aspirantes.
El coste medio de una titulación universitaria está en unos 6.000 euros
anuales. Hasta este curso, el Estado -usted y yo, tengamos o no hijos en la
Universidad- pagaba una media de más de 5.000 euros. Si esta cantidad se
multiplica por el casi millón y medio de universitarios, estamos hablando de
8.000 millones de euros Si añaden las becas y el dinero destinado a financiar,
aunque se de manera muy escasa, los másteres, subimos por encima de los 10.000
millones de euros. Pero si le sumamos los costes del fracaso escolar
-elevadísimo en la Universidad- y el hecho de que los estudiantes que no
abandonan, tardan una media de seis años en terminar carreras de cuatro años,
la cifra crece más. Es injusto pagar un euro por receta y absolutamente injusto
pagar una tasa para poder pleitear, pero también lo es financiar la Universidad
a quien no la aprovecha o a quien puede pagársela.
Y, aunque seguramente, la corriente mayoritaria es otra, creo que este
mundo global en el que vivimos va a exigir estudiar en más de un lugar -y no
sólo del mismo país- y trabajar en muchos países. El capital humano tendrá que
desplazarse donde haya trabajo. Aunque no nos guste. Sobre todo si no hay un
modelo económico e industrial propio, si no se potencia la investigación, la
I+D+ i. Competimos con gigantes y nos movemos -eso es hoy la Universidad, sin
competencia, sin estímulos, sin autonomía, encerrada en sí misma- como pigmeos.
Y ese sistema ineficiente y nada equitativo nos cuesta 10.000 millones de euros
y acaba sirviendo a otros competidores. Lamentable.