Palabras de Su Majestad Juan Carlos I, Rey de España, durante la Cena que ofrece a los asistentes a la XXII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, que tuvo lugar en esta ciudad.
Queridos todos.
Como
habréis podido ver, tengo algunas dificultades de mecánica que han
vuelto a aparecer estos últimos días y que me van a obligar, siguiendo
el consejo médico, a interrumpir
mi agenda oficial para pasar por el taller; es decir, para operarme de
la cadera izquierda, que tengo bastante maltrecha.
Aunque
los médicos me recomendaban pasar por el quirófano ya, he querido
posponerlo al menos hasta la semana que viene, para poder estar hoy
aquí, con todos vosotros, mis
hermanos iberoamericanos, para fortalecer juntos este extraordinario
espacio de afinidades y de afectos, que es nuestra Iberoamérica. No he
faltado a ninguna de nuestras citas en veintiún años y tampoco estaba
dispuesto a estar ausente en ésta, en la que,
además, España es el país anfitrión.
Siento
en el fondo de mi corazón un gran orgullo, y considero que es un
verdadero privilegio compartir estos encuentros, y trabajar con todos
vosotros al servicio de nuestros
ciudadanos de Iberoamérica. Siento, también, una gran alegría, porque a
nuestro deber como Jefes de Estado o de Gobierno se suma un auténtico
aprecio personal que se ha forjado y ha crecido con nuestros encuentros,
fortaleciendo ese indudable sentimiento de
unidad entre todos nosotros.
Sois mis colegas, pero también, sois mis amigos, y como tales, os recibo esta noche.
Señoras y señores Jefes de Estado y de Gobierno.
Señor Secretario General Iberoamericano.
Señores observadores e invitados especiales.
Señoras y Señores:
Mis
primeras palabras, son para expresaros, en nombre de la Reina, de los
Príncipes de Asturias y en el mío propio, nuestra alegría por
encontrarnos, esta noche, en vuestra
compañía.
Acabamos
de inaugurar la XXII Cumbre Iberoamericana en esta hermosa Ciudad de
Cádiz, cuna de la Constitución de 1812, cuyo segundo Centenario
celebramos y hemos querido
evocar.
Hoy,
como ayer, los valores de aquel memorable texto constitucional siguen
vigentes y contribuyen a inspirar los pasos de la comunidad
iberoamericana. Con este espíritu,
os agradecemos vuestra presencia, que augura los mejores resultados
para esta Cumbre.
Como
Rey de España, me cabe el orgullo de tener la oportunidad de seguir
trabajando, junto con vosotros, por la afirmación y la mayor proyección
de la comunidad iberoamericana.
Un
marco de concertación política y de acercamiento entre nuestros pueblos
que es, al mismo tiempo, uno de los grandes espacios y multinacionales
del mundo de hoy.
La
Cumbre de Cádiz ha sido preparada con dedicación y esmero. Aprovecho
este momento para dar las gracias al Secretario General Iberoamericano
por su incansable esfuerzo.
Gracias Enrique.
Como siempre, es el que más trabaja.
Quiero
destacar el alcance de los trabajos desarrollados por nuestros países a
lo largo del año. En este ejercicio, hemos hecho hincapié en las
políticas dirigidas a promover
el crecimiento con equidad en nuestras sociedades. Las ocho reuniones
ministeriales y los numerosos foros, seminarios y encuentros celebrados
de manera preparatoria, han tenido ese objetivo.
Fortalecimiento
institucional, infraestructuras, creación de empleo, el binomio
seguridad-crecimiento, educación, cultura y el apoyo a las PYMES, han
sido los principales
asuntos abordados.
Señoras y señores:
Nos convoca el lema: Una Relación Renovada, en el Bicentenario de la Constitución de Cádiz.
Juntos,
también, a lo largo de estas dos décadas, hemos propiciado la creación
de un entramado de relaciones, sin parangón, del que podemos estar muy
orgullosos.
Hemos
promovido una robusta red de cooperación iberoamericana que ha generado
un acervo que responde a los retos más relevantes de nuestras sociedades
en los ámbitos social, económico y de la cultura.
Ser
conscientes de lo mucho que hemos logrado, es un buen punto de partida
para hacer un alto en el camino y reflexionar sobre dónde estamos y qué
queremos para nuestra comunidad.
Queridos amigos:
En esta
Cumbre, despedimos al Presidente de México, nuestro buen amigo Felipe
Calderón, a quien le deseo la mejor ventura personal y mucho éxito en
esta nueva etapa que ahora va a comenzar.
Asimismo, recibimos, por primera vez, al nuevo Presidente de la
República Dominicana, Danilo Medina, a quien damos la más afectuosa
bienvenida.
También,
deseo enviar un recuerdo lleno de emoción al querido pueblo
guatemalteco, que recientemente ha sufrido las terribles consecuencias
de un sismo. Hago llegar un saludo fraternal a su Presidente,
Otto Pérez Molina, que, por esa razón, no ha podido compartir estos
días con nosotros.
Agradezco, igualmente, el apoyo de las autoridades y representantes de la sociedad civil que hoy nos acompañan.
Es con
estos sentimientos llenos de buenos deseos, con los que os invito a
brindar por el bienestar de nuestros pueblos y por el progreso de la
comunidad iberoamericana.
Muchas gracias.
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