El resultado de la huelga ha sido superior a lo que se
esperaba. La industria muy mayoritariamente se ha detenido y, de forma muy
positiva, el comercio lo ha hecho mucho más que en las dos anteriores huelgas
generales. Por la mañana las manifestaciones descentralizadas han sido muy
importantes y las de la tarde en Tarragona, Lleida, Girona y Barcelona han sido
masivas.
La huelga ha mantenido el pulso de la movilización de los
trabajadores y trabajadoras y la demostración, de nuevo, de la fuerza sindical
como una derivada clave de la alternativa social; y al mismo tiempo el concepto
de huelga ciudadana que escapa a la organización sindical clásica se consolida
como un factor nuevo que tiende a tener un nuevo y creciente protagonismo en
esta alternativa.
La huelga ha superado en mucho las causas laborales como
detonante de la protesta, aunque la Reforma Laboral votada por PP y CiU, los ERE
generalizados, los recortes a los trabajadores públicos y la negativa patronal
a la negociación colectiva son un sustrato básico de la protesta. El papel
del sistema financiero, con las ayudas a la banca por un lado y los desahucios
por otro, ha actuado de telón de fondo al que se añaden con fuerza los recortes
sanitarios y el euro por receta y los recortes al sistema educativo público,
incluyendo la universidad.
La sensación de injusticia generalizada ha ayudado a
cerrar parte del comercio de proximidad que conoce y sabe del sufrimiento de la
gente y, al mismo tiempo, la precariedad e incertidumbre en el futuro inmediato
de muchas familias ha actuado de amortiguador de la protesta por puras razones
de miedo y supervivencia.
Hoy, sin embargo, el 15N es casi más importante que el
14. Que seis países europeos hayan convocado huelgas generales o parciales y
que hasta 22 hayan celebrado protestas de diversos tipos, poniendo todos la
fuerza en la crítica a las políticas suicidas de austeridad y recortes y
proponiendo una alternativa para la mayoría de la población para aislar las
políticas oligárquicas que nos gobiernan, representadas por la Troika, es un
avance insuficiente pero considerable.
La huelga representa un nuevo salto cualitativo en el
empoderamiento democrático de mucha gente para construir una alternativa a las
políticas de austeridad y una confluencia de varias experiencias,
organizaciones y movimientos sociales y políticos que objetivamente se van
sumando a la práctica de la movilización.
El poder económico oligárquico, la representación política
que lo sustenta y el marco jurídico, institucional y comunicativo en el que se
asienta no lo tiene todo controlado y atado. Movilizaciones como las del 11 de
Septiembre en Catalunya y el 14 de Noviembre en todo el Estado tienen un efecto
desestabilizador sobre el poder establecido, que no debemos menospreciar. Si
además sumamos los distintos movimientos críticos ya sea contra los desahucios,
recortes sanitarios y educativos, luchas contra los ERE, luchas democráticas
como el 25S, etc., todo ello sumerge en dudas los planes de la Troika que
Gobiernos como el del PP y antes CiU querían automáticamente aplicar a los
pueblos.
La falta de legitimidad democrática de estas políticas y
de estos gobernantes cada vez es mayor, y esta tendencia se expresa en las encuestas
sociológicas de forma creciente.
Por eso la huelga ha sido tan importante, como vector
culminante de movilizaciones crecientes de septiembre, octubre y noviembre.
Sigue siendo necesario reforzar la confluencia en la
movilización, y sigue siendo necesaria una alternativa política que exprese
fielmente este potencial de la movilización social.
Es cierto que en medio de este proceso contradictorio
social y político han aparecido las elecciones de Galiza, Euskadi y Catalunya.
Estas elecciones sólo pueden recoger parcialmente el potencial político del
cambio, pero hay que apuntarlo en la buena dirección, el de la suma de
efectivos contra la austeridad y su fidelidad a la movilización social en la alternativa. Aquí
es donde el PSOE está perdido, no entiende la crisis y por tanto no entiende la
respuesta que necesita y demanda su base social, y no entiende ni respeta las
nuevas dinámicas de una demanda democrática muy superior a la que ofrecen las
campañas electorales.
El derecho a decidirlo todo, el modelo de Estado o la
prelación de la política sobre la economía ya no puede distraerse con reclamos
electorales y juegos de espejos, la gente lo quiere todo, o al menos quiere
mucho más que en los últimos 34 años.
Así pues, el 15 debemos ser aún más exigentes y
optimistas, dar los pasos en la dirección correcta para revertir la infamia
sufrida los últimos 5 años, con la paciencia que no debe romper un calendario
electoral incierto (el PP goza de mayoría absoluta pero sufre la situación de
inestabilidad más grave desde la llegada de la democracia) que podría todavía
ofrecer sorpresas.
El PP está perdiendo muy rápidamente legitimidad y el
PSOE está en la disyuntiva de si apuntala el sistema, y se hunde con él, o
plantea una alternativa real para las personas. CiU no lo tiene nada fácil, no
podrá limitar mucho tiempo la potencialidad crítica y subversiva del derecho a
decidir ejercido de forma plena y no en los temas y calendario elegidos por el
partido conservador para mantener el poder. Al final la gente querrá decidirlo
todo.
El fortalecimiento el 25N de la Coalición entre ICV y
EUiA es un primer paso, pero a partir del 26 necesitaremos dar saltos de largo
alcance.
Joan Josep Nuet es diputado de La Izquierda Plural por Barcelona y portavoz de su Grupo en la Comisión Constitucional del Congreso
http://www.nuet.cat/
jjnuet@gmail.com
http://es-es.facebook.com/pages/Joan-Josep-Nuet/160106617336338
Twitter: @NUET