Yo
soy una obsoleta. Y seguramente, el tema que va a centrar estas columnas
también lo está, me digo mientras miro mi biblioteca, un montón de volúmenes
igualmente llenos de obsoletos, si no de muertos, que ya es el colmo de la
obsolescencia.
Novelas, poemas, ensayos... y todos en papel, impreso, apilado, cortado, numerado y cosido por un lomo. Libros. Pero: la cultura, las industrias culturales, suponen un 4% del PIB de España, alrededor de 35.000 millones de euros anuales, de los cuales, el "papel" -libros y prensa- mueven casi la mitad, y la creación y la producción, si lo vemos por fases, el 55%. En el Producto Interior Bruto, lo que históricamente se considera menos bruto, que es la Cultura, es más importante que la energía (3%) y que el sector agrario, ganadero y de pesca (3,7%) ¿La economía, imbécil? Pues sí, la economía. También.
Obviamente,
yo no voy a derramar mis lágrimas por la
economía, aunque ahora esté para llorar. Me interesa más la creación, que resulta
ser lo más productivo y además, lo más disfrutable, y, sólo porque es imposible
que la conozcamos sin ella, la producción. Es decir, las industrias culturales.
Así que lágrimas y dientes, lo propio de
los cocodrilos, que, lloren o no, muerden. ¿Recuerdan aquella canción ochentera, la de los Hombres G.?
La que avisa no es traidora.
Ah,
los ochentas. No nos lo podíamos creer. Salíamos del oscuro, sólo podíamos ir a
mejor. Y no como ahora. Que tenemos, cómo decir, otro estado de ánimo. Un
poquito obsoleto. Claro que si damos una ojeada a los temas que recorren el
medio cultural -quitando los recortes,
que tiempo habrá- uno se encuentra con Juan
Manuel de Prada y su cosa joseantoniana (qué afición a los versos del Cara al sol, Me hallará la muerte, que no, que no te llegará de momento, y nadie
borda las camisas a estas alturas) mucho libro de reescritura de la historia, a
favor del viento gobernante, claro, y, en medio de un mapa disperso y un
territorio lleno de yerbajos -que me perdone Michel Houellebecq, que nos ha visitado como poeta hace bien poco,
este juego con el título de su novela- la recuperación de, al menos, dos viejos
debates: el del boom latinoamericano, y el de los
novísimos. Y yo me pregunto: Obsoletos?
La verdad es
que los dos me son muy queridos. El año
que viene cumple cincuenta años Rayuela, la genial novela de Julio Cortázar, que viene a ser,
después de unos años en el limbo, ese tiempo de silencio que sigue a la muerte
del escritor, la quintaesencia de lo que supuso el boom. Pero no es por ese
cumple por lo que está ahora el tema en el candelero: es por la reedición, por
Alfaguara, de Los Nuestros, el libro
que Luis Harss publicó en 1966, en
lo que están dando en llamar "el minuto cero del boom". O a lo mejor el minuto dos, pero muy al
principio. La primera edición me mira desde un estante, ya muy mayor:
cuarentaymuchos. Su nómina -pensada en realidad para nombrar a los que él
consideraba los mejores escritores vivos de "nuestra América", incluyendo
Brasil- nombraba a Borges, Asturias,
Guimaraes Rosa, Onetti, Cortázar, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, García Márquez y
Vargas llosa. Pero luego, el boom, tan contestado por Pepe Donoso, sería un poco lo que hicieron el poeta y editor Carlos Barral y un poco más aún, Carmen Balcells, la todopoderosa agente
literaria, la Reina. Los titulares: Cortázar, García Márquez y Vargas
Llosa. El teórico y muñidor: Carlos
Fuentes. Los ausentes: el grande, grandísimo Guillermo Cabrera Infante, y los muy estimables y para mi muy
queridos Manuel Puig y José Donoso, además del indiscutible Alejo Carpentier y el magnífico Lezama Lima. Como Harss
no se calla, y hace muy bien, y éste es un tema que en cuanto se revuelve saca
chispas en los mentideros literarios madrileños, porque es una vieja herida con
muchos rencores -y tonta sería la
editorial Alfaguara si no le da aire, según están las cosas- y como a mí me
apasiona, que todo hay que decirlo, éste es un tema que nos dará para más. Como
el de los novísimos, que se lo prometo para el martes.
Pero, por volver al principio, todos
mayorones.... o muertos, ay. Pero, obsoletos? Yo creo que están vivos y coleando.
Andrea
Camilleri empezó su serie
protagonizada por el comisario
Montalbano cuando había cumplido 69 años. Ahora tiene 87, y sigue
escribiendo uno por año, que espero con impaciencia cada vez. Acaba de aparecer
en castellano La danza de la gaviota,
bajo el sello de Salamandra. Si ustedes
gustan clickar, anexa está la crítica de esta novela absolutamente
recomendable.
De pequeña
me impresionaba el arma de cazar cocodrilos. Un palo, una estaca. Como a los
vampiros en el corazón, a los saurios en la boca. Les impedía cerrarla, pero sobre
todo, les impedía abrirla. No sé qué me haría una estaca en el corazón, pero si
a mí me cierran la boca, por obsoleta que fuera mi persona, también me matan.
Permítanme que llore.
15428 | M. Luisa García-Ochoa - 19/11/2012 @ 17:15:41 (GMT+1)
Muy bueno.Podemos proponer un equipo de obsoletos. Tendríamos exito teniendo como base tu inteligente opinión. Ah y estaría prohibido llorar. Enhorabuena Rosa, lo comparto en mi Facebook.
Gracias por el artículo, Rosa Pereda. Tantos nombres de escritores amados, empezando por Cortazar y sin olvidar a nadie. A decir verdad yo también quisiera poder obsolescerme. Un grande y cálido abrazo.
15399 | Ele de Lauk - 16/11/2012 @ 20:20:53 (GMT+1)
Qué agil y divertido! Aunque no te conozco,la prosa es tan vivaz que te imagino contándonos esto y aquello sobre los más célebres escritores hispanoamericanos.
Espero más lágrimas y todo sobre los novísimos!
Un abrazo, Ele.